La semana pasada en Nuevo León, un hombre fue sometido a golpes y entregado a los policías municipales de Apodaca por pasajeros de un camión debido a que se iba masturbando y eyaculó sobre una joven que viajaba en la unidad. A pesar del gran revuelo causado en redes y de que fue remitido al Ministerio Público, al momento de escribir estas líneas se desconoce si fue sancionado.
El acoso y violencia sexual contra las mujeres en el transporte público es alto en Monterrey, Nuevo León, y la Ciudad de México, pues el porcentaje de usuarias que ha vivido al menos una agresión de este tipo es de más de 90, según datos de ONU Mujeres México publicados en La Jornada ( 22-04-2019). En el caso de la CDMX, el transporte público está clasificado como uno de los más más peligrosos para las mujeres entre cinco de las urbes más grandes del planeta, según una encuesta de la Fundación Thomson Reuters.
El ejercicio encontró que tres de cada cuatro mujeres en la capital sienten riesgo de sufrir algún tipo de acoso o abuso sexual cuando viajan por Metro, Metrobús, camión, microbús…
En Monterrey, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas y la organización Estudios y Estrategias para el Desarrollo y la Equidad levantó una encuesta, la cual arrojó que 91.6 por ciento de usuarias ha enfrentado por lo menos una manifestación de este tipo.
A pesar de ello, las denuncias son casi inexistentes, según queda asentado en el diagnóstico Acoso sexual y otras formas de violencia sexual en el transporte público: área metropolitana de Monterrey. En este informe llama la atención que el 90.4 por ciento de las mujeres que fueron víctimas en los 12 meses pasados no acudieron a ninguna autoridad a pedir apoyo, tampoco a denunciar.
Pero esto es la norma. Al menos eso quedó evidenciado en el encuentro organizado por el equipo del Banco Mundial dedicado al tema del transporte, realizado en 2018. De acuerdo con una publicación al respecto en Voces (espacio del BM dedicado a blogs de especialistas en perspectivas de desarrollo), en el evento llamado “Las mujeres como usuarias de transporte y proveedoras de servicios de transporte: Qué funciona y qué no funciona”, los datos indican que, si bien un porcentaje importante de las mujeres en todo el mundo sufre acoso sexual en el transporte público, a menudo en proporciones gigantescas, la mayoría de los casos no se denuncian.
Desgraciadamente el acoso en el transporte no es sólo un mal momento ni implica que sólo “tengamos prudencia”. Un estudio reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestra que el acceso limitado al transporte y la seguridad del mismo reducen en un 16.5 por ciento las probabilidades de participación de la mujer en la fuerza laboral en los países en desarrollo”, dijo Farhad Ahmed, especialista superior de Transporte del Banco Mundial: “Si las mujeres no pueden usar el transporte público de manera segura, esto puede tener un impacto a largo plazo en la planificación del transporte”.
Esto parece coincidir con lo que acontece en Edomex, donde el alza de delitos sexuales en el Estado de México, sobre todo en espacios como el transporte público, ha obligado a que los hábitos de las mujeres cambien.
De acuerdo con Cristina Pablo Dorantes, directora de la carrera en Seguridad Ciudadana de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), las usuarias del transporte público han cambiado sus hábitos al momento de usar el servicio por el temor a ser víctimas de la delincuencia.
¿Qué esperan nuestra autoridades para proporcionar un transporte seguro? ¿Hasta cuándo el acoso, la violencia sexual en espacios públicos será minimizada y normalizada? Es hora de movernos seguras, sin miedo. #AmiMeRespetas.