Más allá de triunfos y derrotas, los resultados que prendieron las alertas en partidos políticos y candidatos, fueron las escasas votaciones.
El hartazgo ciudadano y el desdén para elegir gobernadores, alcaldes y diputados locales colocó al abstencionismo como el gran reto rumbo a las elecciones intermedias de 2021.
Preocupado por el desinterés de los votantes, Porfirio Muñoz Ledo, Presidente de la Cámara de Diputados, manifestó su desasosiego en Twitter:
“No debemos arrumbar la escopeta del sufragio. Los datos de la jornada electoral no son alentadores para la democracia mexicana. 77 por ciento de abstención es demasiado. Y recuerda las cifras del antiguo régimen. Necesitamos no solamente plazas llenas sino urnas llenas…..”.
En México es común que en elecciones intermedias o locales, la participación de votantes sea baja, pero no al grado de lo que ocurrió el pasado 2 de junio, en la que el nivel de abstencionismo fue impresionante.
El promedio de la participación en los seis estados donde hubo elecciones fue de 33.6 por ciento. Solo 3 de cada 10 personas con posibilidad de votar, acudieron a las urnas.
Los expertos arguyen diversas razones que favorecen al abstencionismo, lo que afecta a nuestra incipiente democracia porque la gente ha perdido el interés de ir a votar.
No confía en los candidatos. Está harta de volver a escuchar las mismas propuestas. Está cansada de campañas negras, guerra sucia, acusaciones, mentiras y ataques entre los candidatos.
En varios lugares hay que agregarle el tema de la inseguridad y en otros, los hechos violentos que se han suscitado.
Lo deseable sería escuchar argumentos, propuestas serias y realizables de los candidatos. Pero no, se enlodan en ataques mediáticos que confunden a los electores y los ofrecimientos quedan en el olvido.
Los candidatos no han querido entender que los ciudadanos están hartos de ver y escuchar lo mismo cada que hay elección.
En Puebla el abstencionismo fue de 66.5 por ciento. El año pasado, cuando ganó Martha Érika Alonso, fue del 32.6 por ciento, votó el 67.40 por ciento de la población.
En este estado votaron un millón 527 mil 71 personas, de un total de 4 millones 569 mil empadronados. Y Miguel Barbosa será el próximo gobernador de Puebla, porque así lo decidieron 682 mil votos.
En Baja California, donde también se eligió gobernador, la participación fue del 29.95 por ciento.
En Quintana Roo las cosas estuvieron peor, el abstencionismo fue del 78 por ciento, el menor porcentaje de votación que se tenga registro en el estado.
En los otros estados donde también hubo elecciones, la participación fue de 38.98 por ciento en Aguascalientes y en Tamaulipas del 33.15 por ciento.
Durango fue la excepción con la mayor participación, 45.10 por ciento de votantes.
Por lo pronto, se acabaron los tiempos en los que dos partidos gobernaban en el país. Ahora son seis partidos y un candidato independiente los que se dividen las 32 entidades.
PRI, 12; PAN, 9; Morena, 6; PRD, 2; Movimiento Ciudadano, 1; Partido Encuentro Social, 1; Candidato Ciudadano 1.
Y agréguele las nuevas agrupaciones políticas que ya solicitaron su registro ante el Instituto Nacional Electoral.
Más allá de ganadores y perdedores, el desafío que tienen tanto los candidatos como los partidos políticos es replantear la forma de acercarse y ganar votantes, porque después de las elecciones del domingo, el panorama se advierte complejo.