Patricia Betaza.
Todavía recuerdo con claridad la tarde del 23 de marzo de 1994. Estaba en la redacción del famoso cuarto piso de Televisa cuando nuestro jefe Raúl Hernández nos dio la orden a todos: de aquí no se mueve nadie, ¡Acaban de dispararle a Colosio! La redacción prácticamente enmudeció frente a las pantallas de televisión en donde Jacobo Zabludovsky interrumpía la programación habitual del Canal 2 para dar a conocer el ataque contra el candidato del PRI. No habían redes sociales ni WhatsApp. Nos quedamos en silencio siguiendo minuto a minuto la narración de Jacobo y de Talina Fernández, quien era invitada especial del candidato Colosio en Tijuana y era la única periodista que pudo llegar hasta el hospital donde trataban de salvarle la vida a Luis Donaldo. Hasta que llegó la frase terrible del “me informan que Luis Donaldo acaba de morir”.
Para quienes andábamos en nuestros quehaceres reporteriles desde esas épocas, el documental 1994 del periodista Diego Osorno, provoca nostalgia, pero también estruja. Porque veníamos de los sueños guajiros de pasar al “primer mundo” con la firma del TLC, pero también la insurrección zapatista y después la muerte de un candidato presidencial priista. Y de allí un torbellino de claroscuros: los complots, el asesino solitario, los crímenes políticos, la crisis económica, las historia de las “Pacas”, los fiscales que se hicieron bolas y los Marcos, pero también el despertar de una sociedad adormecida por la dictadura perfecta, el PRI era el PRI y ganaba hasta sin contrincantes. Y de eso le pregunté a Diego Osorno:
¿Por qué 1994?
Diego O: Es un año en que la crisis del poder se hizo visible en México, explota un proceso de transformación de la economía, transformación política y transformación social, que venía gestándose en años anteriores. 1994 desde mi punto de vista es la síntesis de todas estas transformaciones a partir de una insurrección como la que ocurrió en Chiapas, a partir del TLC y a partir de los crímenes políticos de ese año y sin duda, la crisis económica.
¿México –recordando a Colosio– sigue siendo un país con hambre y sed de justicia?
Diego O: Totalmente creo que en el 94 quedó de manera muy visible la impunidad que prevalece en el país. Hoy en día estos hechos del 94 no solo no han sido del todo aclarados, no hay justicia en todos esos acontecimientos, sino que también se han expandido, como las desapariciones que hubo en ese año, la fabricación de culpables, los crímenes políticos. Sí, tenemos desgraciadamente una continuidad de lo que se vivió en ese año de 1994 y a unos niveles mucho más expansivos.
¿En 1994 México se jodió y no se ha podido levantar?
Diego O: Es un año interesante porque precisamente hay por un lado todos estos acontecimientos terribles, pero también hay un despertar social, es innegable que lo que ocurrió en el 94, influyen de manera directa, los resultados electorales del 97 aquí en la Ciudad de México donde hay por primera vez un gobierno distinto al PRI. Y en el 2000 también. Es decir, es un año muy duro y muy trágico, muy obscuro pero también es un año de despertar social, de participación de politización…
¿1994 también refleja el México kafkiano del que habló Carlos Slim?
Diego O: Es un año de un surrealismo, pero de un surrealismo muy obscuro, muy inquietante, sin duda alguna.
1994 es un documental que vale la pena ver. Es un recuento filmográfico impresionante que reconstruye los momentos más inquietantes de esa fecha. Aparecen Carlos Salinas y otros personajes cercanos a Colosio. 1994 pinta perfectamente el que cuando parece que cambiamos en realidad seguimos igual porque el lastre, en todos sentidos, es la impunidad. No creo, a pesar de los testimonios, que Colosio hubiera podido cambiar al PRI de entonces. 1994 se ve en Netflix. #imperdible.