El cierre del periodo legislativo fue intenso en reivindicaciones, expectativas, tropiezos y moralejas para la lucha feminista.
Como nunca antes en la historia del Congreso mexicano, las causas de los derechos de las mujeres resonaron en la tribuna y, esta vez, con cacerolazo incluido.
Fue un intenso fin de ciclo parlamentario marcado por el duelo y el abrazo plural a un legado incontrovertible, el de la exdiputada federal, exsenadora y exasambleísta María de los Ángeles Moreno.
Y es que la muerte de quien fuera la primera mujer en encabezar la Gran Comisión del Senado nos recordó, entre otras cosas, que la suerte de las banderas feministas está ligada a mujeres que, como la expresidenta del PRI, han sido portadoras de valentía, audacia y capacidad de diálogo.
Pero las emocionadas palabras que se escucharon en San Lázaro y en el Senado en memoria de María de los Ángeles Moreno, al menos por un momento, nos permitieron también dejar atrás la ficción de que nuestro pasado político reciente carece de méritos y, por lo tanto, es desechable.
Por el contrario, testimonios de parlamentarios de Morena, como los compartidos por la senadora Malú Mícher, el coordinador de la bancada, Ricardo Monreal y el presidente de la Mesa Directiva, Martí Batres, dieron cuenta de una biografía política ejemplar que, hay que decirlo, fue posible en un clima legislativo y partidista que, pese a sus vicios y fallas, no merece ser defenestrado como inservible y vergonzante.
Vale mucho la pena registrar los merecidos halagos que María de los Ángeles Moreno recibe y asumir que esa es la narrativa de la reconciliación y de la concordia, la del reconocimiento y el respeto que ahora, desde el máximo poder presidencial, se le pretende regatear a la oposición.
Pero no todo fluyó con generosidad en el desahogo de los pendientes legislativos. Y es que seguimos atestiguando distancia entre las declaraciones y los hechos.
Ese fue el caso de los derechos laborales para las trabajadoras del hogar, una agenda con todos los reflectores mediáticos cuando se hizo el anuncio del plan piloto, pero ninguneada a la hora de concretar los cambios legislativos en las leyes del IMSS y Federal del Trabajo.
Por fortuna, al advertir que el tema sería, una vez más, pospuesto para otros tiempos, vino el cacerolazo de las diputadas Martha Tagle (Movimiento Ciudadano), Lorena Villavicencio (Morena), Érika Martínez (PRI), Pilar Ortega (PAN), Verónica Juárez (PRD) y Abril Alcalá (PRD), entre otras.
La presión en San Lázaro fue acompañada en el Senado por los morenistas Martí Batres y Pedro Haces y la panista Xóchitl Gálvez, quienes pronto podrán ratificar el dictamen de los diputados.
Otras dos reformas con enfoque de género fueron ratificadas por los diputados, en las últimas horas del periodo: la prohibición del matrimonio de menores de 18 años de edad que impulsó la senadora Josefina Vázquez Mota (PAN).
Y la iniciativa de la senadora Vanessa Rubio (PRI) para garantizar la paridad en los Consejos de Administración de la Banca de Desarrollo y el empoderamiento financiero de las mujeres.
Además, también en la Cámara de Diputados, avanzó el dictamen que modifica la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes para crear el Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias, impulsado por la diputada Marcela Torres Peimbert (PAN).
Sin embargo, el final del primer año legislativo se nubló cuando la joya de la corona de la agenda feminista se convirtió en moneda de cambio de la reforma educativa.
Nos referimos al dictamen de paridad total que impulsaron las senadoras Kenia López Rabadán (PAN), Malú Mícher (Morena), Claudia Anaya (PRI), Patricia Mercado (Movimiento Ciudadano) y Alejandra Lagunes (PVEM).
Todo estaba listo para celebrar esta reforma. Como todas las protagonistas, el día martes 30 de abril, la presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, la senadora Malú, subió a su cuenta de Twitter:
“Hoy haremos historia por las mujeres. Votaremos las reformas constitucionales en materia de paridad de género. Vamos por el mismo número hombres y de mujeres en los 3 niveles de gobierno y en los 3 poderes del Estado”.
Lamentablemente, cuando los artículos reservados de la materia educativa no alcanzaron la mayoría calificada, el partido mayoritario optó por frenar el dictamen de paridad total.
A pesar de que las legisladoras del PAN y del PRI intentaron convencer a las morenistas de no dejarse llevar por una táctica que convertía en rehén a la tan esperada paridad total, finalmente se impuso la lógica partidista.
Más allá de las consideraciones personales sobre ese momento de tensión parlamentaria, queda la evidencia dolorosa y que obliga a la reflexión entre todos los que estamos comprometidos con la igualdad de género: los temas de las mujeres siguen siendo ficha de canje.
La frustración de la madrugada del miércoles primero de mayo fue nítidamente retratada, en un tuit, por la senadora Verónica Delgadillo:
“Está por concluir la última sesión del primer año de esta legislatura en el @senadomexicano. Y lamentablemente, termina de la peor forma, traicionando a todas las mujeres de México”.
Los grupos parlamentarios de todos los partidos acordaron un periodo extraordinario, a mediados de este mes, para sacar adelante el dictamen de la paridad total, entre otros pendientes.
Ya falta menos. Y, sin duda que pronto festejaremos. Pero la lección queda: prohibido distraernos. Porque también en la vida parlamentaria, estamos obligadas a romper a gritos el conveniente silencio.
