En un país democrático todas las personas que lo integran, cumpliendo con los requisitos legales pueden aspirar a convertirse en representantes populares, es uno de sus derechos político-electorales, aunado al de poder votar y asociarse libremente.
Para ser votado, por ejemplo en México, se necesitan dos elementos: tener la ciudadanía que se adquiere con los 18 años cumplidos y un modo honesto de vivir. Aunado a lo anterior, existen determinados requisitos para poder aspirar a un cargo de representación popular, entre los que destacan la nacionalidad, edad, origen o residencia, no estar activo en el Ejército, mando policial, no ser Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, titular o integrante de algún organismo autónomo, a menos de que se separe con la oportunidad que prevé la ley; tampoco puede ser ministro de algún culto religioso y estar en pleno uso y goce de sus derechos político-electorales.
No es requisito ni positivo ni negativo el grado de instrucción académica, como tampoco lo es desarrollarse en alguna profesión en particular, por tanto, jamás debiéramos sorprendernos si alguna persona tiene aspiraciones políticas, independientemente del oficio o actividad a la que se dedique.
Llama la atención de forma inquietante que las noticias internacionales tengan encabezados de que un comediante ganó la presidencia de Ucrania, como si dedicarse a esa o cualquier otra actividad mermara sus capacidades para desempeñar un cargo público. De hecho esas notas periodísticas no destacan la currícula del ganador en segunda vuelta.
El contenido de esas noticias insiste en señalar que es un cómico de la televisión sin ningún tipo de experiencia política, cuando por ejemplo la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 21 establece que toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, ya sea directamente o a través de representantes elegidos libremente, así como el derecho, en condiciones de igualdad a ejercer funciones públicas de su país, así como votar en elecciones auténticas, periódicas, universales, secretas y libres.
En el caso de Ucrania, es Estado Parte en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que en su artículo 25 replica lo establecido en el referido numeral de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en tanto, cualquier persona tiene el derecho, en ese país, a participar libremente y en condiciones de igualdad.
Evidentemente el ahora Presidente Electo, tuvo la oportunidad de participar, sin embargo el señalamiento mediático por su triunfo es lo que resulta discriminatorio.
En nuestro país han sucedido situaciones similares, por ejemplo el caso del “El Mijis”, Pedro Carrizales, Diputado Local en San Luis Potosí, a quien se ha criticado por su poca instrucción académica y por sus actividades de pandillerismo. Sin embargo, ser cómico, actor, expandillero no significa una restricción al derecho a ser votado y al ejercicio del cargo.
Sin lugar a dudas a todas las personas nos agradan los mejores perfiles, aspiramos a los mejores gobernantes, que sean mujeres y hombres de prestigio, pero eso no debe ser en menoscabo de los derechos de las demás personas.
La ciudadanía tiene en todo momento el derecho de postularse por un cargo, en México puede ser a través de los partidos políticos o en una candidatura sin partido, con reglas específicas que impidan falta de equidad en los procesos electorales, con acceso a recursos públicos y a los tiempos de radio y televisión para la difusión de las campañas electorales.
De ninguna forma debe ser impedimento la profesión u oficio de las personas para sus legítimas intenciones de participar en los asuntos públicos del país, por ello no pueden ser señalados y mucho menos cuestionados respecto de su capacidad o idoneidad, pues ello es discriminatorio y atenta contra los derechos humanos.
La otra lectura que dejan los resultados electorales de la segunda vuelta en Ucrania es que, el electorado ha dejado de creer en la clase política, no optó por la reelección del presidente que ahora ha perdido y el discurso es parecido al que conocimos en nuestro país en el proceso electoral federal pasado: combatir la corrupción.
Las sociedades democráticas están hablando mediante el único recurso legítimo con el que cuentan: los votos. Y son en contra de la clase política.