jueves 21 noviembre, 2024
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«RIZANDO EL RIZO» “La pesadilla tecnológica” o los mitos que sostienen a los gigantes tecnológicos

 

A Santiago Berenzon con amor,

en la alegría profunda de sus primeros siete años.

¿Cuándo empezamos a pensar que las redes sociales serían la panacea? ¿Fue antes o después de que los gigantes tecnológicos lo dijeran, o casi lo ordenaran? El cambio tecnológico al que hemos asistido durante las últimas décadas ha cimbrado muchas de las concepciones que tenemos sobre la realidad, los sistemas políticos y económicos y las interacciones humanas. Qué tanto ha conseguido cambiarlas de fondo la web 2.0 es otra historia. Lo cierto es que las ha cimbrado y no porque las haya cambiado de raíz, sino porque ha modificado suave y gradualmente el discurso y la narrativa que les rodean. En su obra más reciente, La pesadilla tecnológica, Nicholas Carr analiza la “mitología” que han creado los empresarios de Silicon Valley para hacernos funcionar, sonrientes y gozosos, en torno a sus intereses.

Carr nos introduce a la serie de ensayos recopilados en La pesadilla tecnológica haciendo ver que el ciberespacio “tuvo una naturaleza mística desde el principio”. Ni bien surgido, ya representaba aquel lugar que materializaría nuestros deseos reprimidos o frustrados, el sitio donde finalmente conseguiríamos ser nosotros mismos en todo nuestro potencial. En palabras del empresario Marc Andreessen, la web 2.0 abrió la puerta para “ser lo que queramos”, para conseguir que “los principales campos de la actividad humana (fueran) la cultura, las artes, las ciencias, la creatividad, la filosofía, la experimentación, la exploración y la aventura”. Mientras semejante declaración hará brillar los ojos de más de uno, Carr no puede más que observar con espanto y escepticismo. “Cabría despachar estas profecías como mera palabrería autoindulgente de niños ricos”, dice, “salvo por una cosa: han terminado por dar forma a la opinión pública”.

La pesadilla tecnológica es una recopilación de ensayos y entradas de un blog que desde 2005 ha creado el escritor estadounidense, y férreo opositor de las redes sociales, Nicholas Carr. Bajo el sello de Ediciones El Salmón, y con la traducción de Juanma Agulles, este libro, publicado hace apenas unas semanas, no sólo reúne las mejores publicaciones de Rough Type, un blog que el autor ha mantenido desde los albores de la web 2.0, sino que ofrece una serie de reseñas, ensayos y aforismos en forma de tuits que Carr escribió desde ese año y hasta 2015.

Hay dos revelaciones que suelta desde el principio y que son francamente desoladoras. La primera es que “Internet (ha) transformado muchas cosas, pero no nos (ha) transformado a nosotros”. Es decir que, como otros han dicho ya, fantasmas como Trump no solo aparecen espontáneamente, sino que son invocados. Catástrofes como su gobierno o como todas las derivadas del mal manejo de las redes no son inherentes a la nueva herramienta, sino a las personas que somos y que éramos desde antes de su aparición. La segunda es que “acudimos en masa a lo virtual porque la realidad nos exige demasiado”. Carr señala así que la web 2.0 se ha convertido en esta especie de tierra prometida donde nuestras frustraciones serán paliadas por nuestra incapacidad de resolverlas en el mundo real. Hay que apuntar que el escritor no intenta en ningún momento “negar los beneficios de un sistema universal y eficiente de intercambio de información”, pero sí busca desmantelar “la mitología que envuelve dicho sistema”.

Rough Type, el blog que, a final de cuentas, dio origen a esta obra empezó con una visión aterradora del autor. Leyó un titular: Mark Zuckerberg aseguraba que sólo comía carne de animales que hubiera matado él mismo. Visualizó entonces a un chacal con la cara del empresario, devorando el cadáver fresco de una cebra. La analogía, asegura Carr, no era tan difícil de entenderse: el gigante tecnológico domesticaba y devoraba lo que encontraba a su paso para su propio beneficio, para sostenerse en pie. Y lo peor no era eso, sino que aseguraba que al hacerlo promovía un modo de vida responsable con el planeta. La pesadilla tecnológica es un libro sobre esa laguna inmensa y desconocida en la que la humanidad parece estarse sumergiendo sonriente al creerse a pie juntillas el discurso de los empresarios de Silicon Valley. La inmersión es inminente, pero que no se diga que alguien advirtió de los peligros antes de que ésta terminara.

 

Manchamanteles

Los escándalos por injerencias extranjeras en procesos electorales, así como por campañas de difusión de fake news en los mismos, son cada vez más frecuentes. El más sonado es, por supuesto, el de la injerencia rusa en la llegada de Trump a la presidencia, misma que podría haberse dado a través de una red de bots en Facebook. Aunque la investigación al respecto fue cerrada a falta de pruebas contundentes, el enorme vacío que se ha creado gracias a esta red social ya es innegable. Para prueba basta mirar la investigación de The Guardian que revela la realización de una campaña en esta red social para impulsar el Brexit, presuntamente pagada por alguien cercano al exministro Boris Johnson. La incertidumbre no parece estar próxima a acabarse; esta semana Mark Zuckerberg admitió que la red social que dirige no está en condiciones de evitar que la injerencia extranjera en elecciones vuelva a ocurrir. Encima lo hace de cara a los comicios europeos, a celebrarse a finales de mayo. El modelo de éxito que encumbró a Trump parece estar vigente y listo para replicarse.

Narciso el Obsceno

La epopeya griega y quizá todas, solo pueden darse alrededor de una aventura; ante un acto de amor apoteósico, si no pensemos en los grandes amores como Helena, Penélope, La Malinche, Isolda, Gala, Ofelia, Beatriz, Frida Kahlo, Marilyn Monroe, Yoko Ono, y muchas veces Camille Claudel. Entonces del nido del amor más intimo surgen las grandes guerras, las grandes transgresiones, finalmente la cultura. Quien conoce una epopeya de amor solo le queda el duelo eterno si el amor muere. Pobres aquellos que se quedan enredados en su doblegado narcisismo cotidiano, sin conocer que despreciaron su potencial de poder ser el Ulises tras las sirenas donde siempre Penélope gana la batalla y se conformaron con un amor que vive en un tiempo y un espacio alquilado.

 

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