La opinión pública es traicionera, cambiante, convenenciera. Se puede voltear contra AMLO. Ya hemos visto cómo a Macron en Francia, a Dilma en Brasil, a Peña en México, se les evaporó la popularidad en cosa de horas.
El desgaste por el NAIM y el desabasto de gasolina vulnera el consenso social del nuevo régimen, no por el fondo sino por la forma en que se están manejando. Lo mismo con el despido de burócratas, el Tren Maya, la descentralización de Secretarías, la Guardia Nacional.
Si el gobierno no administra sus batallas y sus costos, podría ir sufriendo una progresiva sangría en los comicios locales hasta culminar en una derrota legislativa en las elecciones intermedias de 2021, que lo pondría en riesgo de perder en 2024. Le ocurrió a Fox: a pesar de su altísima popularidad, su partido perdió la intermedia de 2003 y no pudo imponer a su gallo (Santiago Creel).
Si bien estamos hartos del régimen bipartidista que desembocó en el bodrio peñanietista, y aunque es cierto que AMLO sigue con alta aprobación, también es verdad que más de la mitad de los ciudadanos no respalda al régimen.
Sí, Morena arrasó con 30 millones de votos, pero en el listado nominal está inscrito un total de 89.3 millones de personas. Muchos son apáticos, no votan, pero si su cotidianeidad resulta afectada hasta la médula, con situaciones como el desabasto de gasolina y el consecuente encarecimiento de productos, debido al súbito incremento en los costos de transportación, aquéllos ciudadanos indiferentes podrían sumarse a los 30 millones de panistas y priistas que perdieron la elección pero por haberse dividido, más no por ser minoría.
Dice AMLO que el huachicoleo es una lucha de vencidas. Coincido. El problema es que el tiempo juega a favor de los delincuentes porque si se quiere mantener la actual estrategia, se necesitarían comprar urgentemente decenas de miles de pipas para sustituir los actuales ductos de distribución, o bien, que todas las fuerzas armadas abandonasen las tareas de seguridad pública para cuidar dichos ductos.
En cuanto éstos se reabran, el robo se reactivará, carecemos de la infraestructura para evitarlo y el desgaste habrá sido en vano, además de que las mafias dentro de Pemex y el sindicato permanecen intactas, así como la connivencia de pueblos, alcaldes y policías estatales. ¿Todos ellos se quedarán de manos cruzadas?
Si el gobierno insiste en mantener cerrados los ductos y seguir dependiendo de las menos de dos mil pipas disponibles (mismas que, por cierto, controla el corrupto sindicato) el encabronamiento social crecerá. El desabasto desquicia a las ciudades, donde viven las clases medias, esas que son más respondonas y organizadas.
Si a esto sumamos el rumor de que todo el desabasto obedece a que dejamos de importar gasolina gringa, para sustituirla por venezolana, la molestia social podría contaminarse con tintes ideológicos que pudieran, ahora sí, soltar al tigre pero en sentido inverso. Ya AMLO entró en controversia con un reportero del Wall Street Journal al respecto. ¿Pero qué necesidad? ¿Dónde está el vocero?
Cuando Miguel de la Madrid asumió el poder en 1982, el país estaba crispado, y acuñó una frase aterradora que sintetizaba los riesgos. Palabras más o menos dijo: el pasto está seco y cualquier cerillo puede desatar el incendio.
Hoy la República vive una tensión similar. AMLO parece darse cuenta de ello al haber accedido a dar marcha atrás a su propia disposición de que la Guardia Nacional fuera encabezada por un militar. Atendió la andanada de críticas y accedió a que la encabece un civil. También ha comenzado a usar camionetas blindadas en sus traslados. Es señal de que está tomando nota de las batallas innecesarias. Ojalá siga por ese camino.
@rodriguezrraul