Provocador, altanero, egocéntrico. Es un Narciso que encontró en la política la forma de hacer crecer su ego.
Gerardo Fernández Noroña es de esos personajes que algunos ven con admiración y otros con desprecio.
Tiene seguidores que le creen luchador social, entregado a las causas del pueblo.
Otros, me encuentro entre ellos, creemos que Noroña no es más que un político al que le gusta ser nota. Pero nada más.
La última que hizo fue la de agredir al presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, por el hecho de acudir al mensaje por el sexto informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto.
El lunes tres, el diputado Noroña no tuvo oportunidad de echarse a las ruedas del automóvil que llevara a funcionario público alguno. Tampoco incendió la carrocería de un vehículo frente a Palacio Nacional. Este personaje quería entrar al evento que se desarrollaba en la sede de otro poder al que él no pertenece.
Gerardo Fernández Noroña, con su experiencia como legislador, debería poner en práctica eso de la división de los poderes.
Fernández Noroña, ha sido calificado por el diputado Muñoz Ledo tal como lo vemos muchos, como un golpeador de la política. Creo que es un porro profesional, un descarado ejemplo de oportunismo.
¿No quería ser candidato a la Presidencia de la República y competir contra López Obrador? Buscó la reconciliación con López Obrador (al que descalificó varias veces) durante la campaña de Delfina Gómez cuando ella era candidata a la gubernatura del Estado de México. Le alcanzó para ser diputado.
Nunca entenderé la decisión de postular a una persona como Gerardo Fernández Noroña. No veo aportación alguna de su parte, y menos con sus escándalos y sus bravatas. Es misógino y violento. También discriminador.
Veremos en los próximos tres años a un diputado Fernández Noroña entorpecer los trabajos legislativos para ganar espacio en los medios, está enamorado de los reflectores.
Si Gerardo Fernández Noroña calificó a sus compañeros de lucha, Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres de lacayos, qué pueden esperar los que no coinciden con su forma de “hacer política”.
Lamentemos tener un “representante popular” como Gerardo Fernández Noroña.