“… El jale es para formar parte del grupo de militares al servicio del cártel, la paga es de 12 mil pesos quincenales más alivianes del jefe, y el lugar de trabajo es en Ciudad Victoria, Tamaulipas, prácticamente cuidando la plaza de trabajo (…) hay vacaciones y aguinaldo en diciembre, más permisos y lo que ocupes (…) oportunidad laboral si fuiste militar o tienes experiencia en protección de funcionarios”.
Ese es el mensaje de WhatsApp que reveló el periodista Ciro Gómez Leyva en su programa Por la mañana de Grupo Fórmula. La investigación denunció que se ofrecía a los militares interesados un “atractivo” sueldo de 24 mil pesos al mes, además de las “prestaciones” descritas: vacaciones, aguinaldo y “alivianes”.
La “oferta” señalaba que el trabajo es “relajado”: “Las guardias son de 12 y 24 horas y los militares sólo serán usados para eventos especiales, no para el trabajo diario”.
En reacción, el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, envió un oficio urgente a todas las zonas militares para alertar del hecho. En él pedía a los militares mantenerse al margen de los grupos criminales y no caer en sus garras.
De la misma forma, el general solicitaba a los mandos territoriales reforzar los cursos de conscientización para que los elementos de las Fuerzas Armadas no revelaran sus identidades en las redes sociales.
¿Qué representan esos 24 mil pesos mensuales ofrecidos por el narco en comparación con el sueldo de los militares?
De acuerdo con datos de la propia Sedena, el General Secretario tiene un sueldo mensual de 128 mil 462 pesos; un General de División percibe 128 mil 392 pesos; un General de Brigada, 114 mil 865; un General Brigadier, 88 mil 998; un Coronel, 69 mil 513; y un Teniente Coronel, 47 mil 095.
Mientras tanto, un Mayor gana 37 mil 073; un Capitán 1º, 31 mil 887; un Capitán 2º, 29 mil 013; un Teniente, 18 mil 463; un Subteniente, 15 mil 375; un Sargento 1º, 12 mil 543; un Sargento 2º, 12 mil 180; un Cabo, 11 mil 286, y un soldado, 10 mil 769.
Esto significa, en teoría, que la “oferta laboral” del narco podría ser “tentadora” para un soldado raso y hasta para un teniente.
En 2017, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada de México contaban con 280 mil 881 elementos, luego de que en ese año se registraron 10 mil 134 bajas, de las cuales, mil 058 fueron deserciones. Se presume que muchos de quienes desertaron pudieron sumarse a organizaciones criminales.
Este fenómeno no es nuevo. De hecho, Los Zetas es una organización que se formó a partir de un grupo de militares de élite que desertaron del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), del Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (GANFE) y de la Brigada de Fusileros Paracaidistas (BFP) del Ejército Mexicano.
Este grupo fue fundado por Arturo Guzmán Decena, quien reclutó a esos exmilitares de las fuerzas especiales, varios de ellos entrenados en el extranjero, a raíz del alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas durante el aciago 1994.
Además, a esta organización se integraron un número indeterminado de antiguos soldados de las fuerzas especiales de Guatemala, Kaibiles, acusados de genocidio en aquel país.
La guerra contra el narco iniciada en el sexenio de Felipe Calderón provocó que el Ejército fuera obligado a realizar tareas de seguridad pública para las que no está entrenado. Esto generó un desgaste en la imagen de las Fuerzas Armadas por señalamientos de presuntas violaciones a los derechos humanos.
El propio secretario Cienfuegos ha reconocido públicamente que hay malestar entre la tropa por la falta de leyes que regularan la actuación de los militares en las calles. Para ello se creó la Ley de Seguridad Interior, hoy controvertida ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
La llegada de un nuevo gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador a partir del próximo 1 de diciembre abre la oportunidad de revisar todos esos elementos que no han funcionado. Y algo urgente se debe hacer para evitar que los soldados caigan en el “jale” propuesto por ese cártel que ofrece sueldos de 24 mil pesos al mes, más “prestaciones” y “alivianes”. Un tema por de más preocupante, que más vale que lo tomen en serio y de manera urgente.