Por RAÚL RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
Una de las maneras en que sus enemigos fastidiaban a Porfirio Díaz era ensalzando a su enemigo histórico Benito Juárez (por eso los masones decidieron la construcción del Hemiciclo a Juárez en la Alameda, durante el porfiriato). Análogamente, me parece que hoy una manera de rayarle el coche a AMLO es madreando a Bartlett.
Entrevisté a Manuel Bartlett en 1999, cuando competía en la elección interna del PRI contra Labastida. Como broma del destino, junto a su oficina de Marina Nacional había un kínder con un inflable enorme de Barney, el dinosaurio de las caricaturas. Recuerdo que le pregunté algo así como ‘qué podía hacer para defenderse de tantas calamidades que le achacaban, y cómo podía vivir con tantos señalamientos en su contra’.
Seguía yo elaborando mi argumentación en ese sentido cuando me atajó con sonrisa suave y mirada diazordacista diciendo más o menos así: “tampoco es tanto lo que dicen de mi, oye”, y sin más cambió de tema. Entendí que desde su lógica del poder, no había nada que explicar. Recordé que estaba yo ante un duro del Sistema.
Sus detractores dicen que una de las causas por las que perdió la candidatura presidencial de 1988 frente a Salinas, es que los gobernadores le habían hecho saber al presidente De la Madrid, que Bartlett era temible y de mano pesada, al grado de ser grosero con muchos de ellos.
El mismo Salinas confesó que había sido muy difícil competir contra Bartlett precisamente por su rudeza.
Uno de los mayores señalamientos en contra de Bartlett es el ‘fraude patriótico’ al PAN en Chihuahua en 1986, cuando impuso al priista Fernando Baeza Meléndez como gobernador, para impedir que la derecha gobernara un estado fronterizo. Esos panistas agraviados son los mismos ‘bárbaros del Norte’ que llegaron luego al poder con Fox y que se caracterizaron por todo menos por demócratas (remember el desafuero). Además, Pancho Barrio, la gran víctima de 1986, fue un mediocre secretario de la Función Pública foxista. No procesó a ningún priista aunque habían anunciado grandes descubrimientos de corrupción.
Respecto al fraude del 88 el gran afectado no fue Clouthier sino Cuauhtémoc Cárdenas y éste cerró ese capítulo en lo que respecta a Bartlett, marchando juntos durante el sexenio calderonista, precisamente contra la privatización de la energía.
Yo no dudo que haya habido fraude en esa elección. Lo que no creo es que haya sido él -Bartlett- quien lo haya operado desde Gobernación. Él era el gran perdedor del dedazo de Miguel de la Madrid ese año y todo el control de la elección lo tenían Salinas y Manuel Camacho desde el CEN del PRI. Además la vida nunca es blanco y negro; se desarrolla entre el gris y sus matices.
Más allá de sus cadáveres en el armario, reales o imputados, me parece que Bartlett es de los pocos políticos con tanates para tomar decisiones, lo cual es un gran atributo en una clase política pusilánime y cobarde, que no se atreve a poner orden por miedo a que les llamen represores o hijos de Díaz Ordaz.
Y de eso se trata el cambio ofrecido por AMLO: tomar decisiones aun cuando implique enfrentarse a los monstruosos intereses creados. Ya estamos viendo el tamaño del precipicio en CFE, con este bombardeo contra su próximo director general, el rudísimo Bartlett. Le temen a él y a las decisiones que pueda llegar a implementar en esa gallina de los huevotes de oro.