POR IVONNE MELGAR
Andrés Manuel López Obrador arrasó. Cinco de cada 10 mexicanos le dieron su voto, después de 12 años de tenaz persistencia.
La victoria del Presidente electo es aplastante, apabullante, histórica, democrática y altamente legitimada.
Es un triunfo que marca el fin de un ciclo, el de la tecnocracia corrompida, corruptora y corrupta que AMLO materializó en el PRIAN.
El mandato de las urnas es un severo castigo al gobierno de Enrique Peña y el PRI, que según el conteo del INE habría sumado apenas un 16 por ciento de la votación presidencial.
Por supuesto que ese mandato electoral también es una paliza para los partidos tradicionales que conformaron el Frente.
Con un 22 por ciento de la votación, Ricardo Anaya protagoniza una derrota de claroscuros que suma tanto los errores históricos del PAN y del PRD como varios atribuibles a su persona.
Pero en la crónica de este proceso, también pesó la intromisión del gobierno federal que hizo un montaje en contra del político panista para acusarlo del delito de lavado de dinero que hasta ahora no se probó.
En esa maniobra participaron varios medios de comunicación y colegas que, sin el menor escrúpulo, dieron por válida la especie, pervirtiendo el papel que la prensa debe jugar en un proceso democrático.
Pero más allá de esa villanía que marcará al sexenio peñista, está el talento político de AMLO que supo construir un triunfo sin precedentes en la historia moderna democrática mexicana, con el 53 por ciento de la votación.
Hay que decir que las cuestionadas encuestadoras, esta vez nos adelantaron desde diversas empresas estos números y las tendencias hoy confirmadas.
Salvo patéticas excepciones que se prestaron, como algunos medios, a la mentira, nuestros encuestadores gozan de cabal salud.
Ya habrá tiempo de revisar el saldo en las entidades y en cada partido.
Por lo pronto, Andrés Manuel entusiasmó e ilusionó a mexicanos de todas las edades, regiones y procedencias sociales. Es desde ya un fenómeno político digno de reconocimiento que marcará la historia de México.
Su oferta de cambio se encuentra avalada por la emoción de millones de ciudadanos que confiaron en su palabra.
Como ciudadana y periodista, aplaudo la vitalidad de la democracia y me preparo para seguir contando la historia del día con día.
Que no haya mezquindad para reconocer este momento histórico.
Y que, como ciudadanos y periodistas, nunca nos falte el temple y la capacidad de crítica que las democracias saludables reclaman.