El próximo lunes 2 de julio la realidad política de México cambiará radicalmente.
Si nos atenemos a lo que dicen las encuestas y el ganador de la elección es Andrés Manuel López Obrador, el panorama de los partidos políticos, incluido MORENA, cambiará radicalmente.
El Partido del Trabajo vivió artificialmente los últimos años. En 2015 ya no tenía registro. Una estratagema legal, ordenada desde Bucareli, produjo una elección extraordinaria en el distrito 01 de Aguascalientes. Y aunque el PAN ganó la elección, el PT obtuvo los votos necesarios para mantenerse en la partidocracia. Luego se refugió con López Obrador, cuando el líder de MORENA los perdonó por sumarse tarde a la candidatura de Delfina Gómez en el Edomex.
El PT tendrá diputados como nunca. De estar muerto, su resurrección llegó de la mano de Osorio Chong, primero, y de Andrés Manuel, después.
El PES era un partido muy local, de la chiquillada. Nacido por el impulso de Gobernación, el PES ganó presencia en el escenario nacional gracias a su coalición con López Obrador. Es el partido que de estar en la lista para perder el registro se convertirá en una influencia política importante.
Nueva Alianza nació de la mano de Elba Esther Gordillo. Se sumó al PRI, de ahí son, y su fortaleza, la unidad, fincada en la figura de Elba Esther, se rompió cuando Peña Nieto decidió encarcelar a “La Maestra”. Millones de maestros cuidarán en las urnas los votos de López Obrador. La Reforma Educativa reventó al magisterio, que está disperso, una parte con Anaya, otra con Meade y una más con AMLO. Mantendrá el registro tres años, la próxima elección deberá unirse a otros para conservar presencia política.
El Partido Verde, rémora del PAN en el 2000 y del PRI desde 2003, sobrevive gracias a los pactos electorales con esos dos partidos. La próxima elección, ya divorciado del PRI, la tendrá igual que el PANAL, sólo con alianzas son capaces de permanecer en la cancha de las prerrogativas.
El caso del PRD es el más triste y lamentable de los nueve partidos. Gran aglutinador de la izquierda mexicana hoy no es opción de nada. Tendrá que reinventarse para formar parte de la chiquillada partidista o, de plano, desaparecer.
Movimiento Ciudadano tendrá un gobernador, en Jalisco, y eso le dará para sostenerse en el juego. Es gran triunfador de la coalición con el PAN y el PRD pues tendrá una importante presencia en el Congreso. Ellos ya ganaron.
El Partido Acción Nacional ya comenzó a pensar cómo recomponerse de la muy probable derrota electoral. Si queda en segundo, el grupo de Ricardo Anaya tiene opción de pelear y alcanzar algunas posiciones en el comité nacional. Felipe Calderón llegará con todo para avasallar al adversario buscando que uno de los suyos dirija. Pero también está el grupo de los gobernadores, los que, si así lo determinan, serán los que se queden con el partido. Les falta buscar a su candidato para dirigir al nuevo PAN.
¿Es, ahora sí, el final del PRI? El estado de las cosas así lo indica. Es un partido desprestigiado, será el gran derrotado de la elección del primero de julio. El primer priista del país, no fue Meade sino Peña Nieto. Y las calificaciones del mexiquense son las peores que cualquier mandatario pudiera querer cuando está por renovar el poder del país. ¿Quién querrá dirigir al priismo lastimado, derrotado, despreciado? La figura más importante es el gobernador Alfredo del Mazo, pero sus resultados como gobernador están en cero y pertenece a la misma cuadra del presidente Peña. Oscuro futuro.
MORENA es un movimiento social transformado en partido. Su único líder es Andrés Manuel López Obrador. ¿Quién dirigiría con la intensidad y pasión a MORENA si su dirigente es presidente? Nadie. La figura de López Obrador no tiene adversario ni en MORENA ni en otro partido. López Obrador tiene un problema para nombrar a su sucesor en la dirigencia de su partido-movimiento.
Este breve análisis solo toma en cuenta la probable victoria de Andrés Manuel López Obrador. Parece que eso es lo que sucederá.