No hay manera de bajar la inseguridad en el México, al contrario, cada vez se recrudece.
Hemos roto deshonrosas cifras récords en el tema de homicidios.
La ola de violencia en México volvió a registrar, lamentablemente, una nueva marca en abril. Se trató del tercer mes más violento desde 1997, con 2 mil 343 denuncias por homicidio doloso.
Según el informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el bimestre marzo-abril ha sido el más sangriento desde que la creación de este organismo en 1997, se registraron 5 mil 457 asesinatos dolosos.
Solo en abril 72 feminicidios.
El asesinato a políticos y candidatos a puestos de elección popular está imparable. Durante los ocho meses que lleva el proceso electoral, han asesinado a 93 integrantes de diversos partidos políticos, entre ellos candidatos a alcaldías o expresidentes municipales, síndicos y otros tantos han renunciado a sus aspiraciones políticas por amenazas a ellos y sus familias.
Hace unos días, otro periodista fue asesinado. En Tabasco, Juan Carlos Huerta, conductor del noticiero “Sin Reservas” fue atacado a balazos al salir de su casa.
Interminable la lista de historias y de casos en casi todo el país.
La inseguridad es el tema de mayor preocupación para los mexicanos. Y en esta etapa electoral es lo que más reclaman a los candidatos.
Seguridad para ellos y sus familias; que sus hijos no sean secuestrados: que no tengan que pagar derecho de piso por su negocio: que sus hijas no desaparezcan: que no haya asaltos, entre otras peticiones, demandan a los candidatos en campaña, desde los que aspiran a la presidencia, pasando por las nueve gubernaturas y en cada municipio.
A pesar de ello, no faltan candidatos con románticas y absurdas propuestas para combatir este flagelo que ha dejado miles de muertos en todo el país.
“Necesitamos seguridad, aunque no tenga pa’ comer, pero que no lo maten a uno”, pidió un ciudadano a los candidatos a la gobermatura de Morelos, uno de los estados más castigados por la inseguridad.
Pero no es la excepción, ocurre en gran parte del territorio mexicano. La exigencia es la misma: seguridad.
Ya ni para qué mencionar Tamaulipas o Guerrero donde grandes empresas han abandonado dichas entidades por la inseguridad.
Las estrategias para enfrentar la delincuencia y al narco han fallado en todos los niveles, federal, estatal y municipal. Los presupuestos para combatir este mal han sido millonarios y lo que se ha logrado es aumentar el número de asesinatos, en muchos de los casos, víctimas inocentes.
Como sociedad exijamos a los candidatos propuestas claras y viables para enfrentar este problema que ha “matado” también la tranquilidad de los mexicanos. Rechacemos las ocurrencias, las propuestas que solo pretenden atraer votos.
Acudamos el uno de julio a las urnas con un voto informado y razonado.
¡Hagámoslo por México!