Tres candidatos y un colado estuvieron en Tijuana para debatir.
Lo cierto es que el debate se lo llevaron los conductores León Krauze y Yuriria Sierra al tener mayor protagonismo que los candidatos.
La mejor escena del encuentro la propició Jaime Rodríguez, el expriista que le entregó el debate a Andrés Manuel López Obrador cuando lo invitó a abrazar a sus contrincantes. AMLO lo hizo, pero el pésimo director de cámaras perdió la imagen de su vida. Nunca supimos si Andrés abrazo a Meade y a Anaya ni cuál fue la reacción de ellos. Y miren que para la violencia cotidiana que se vive en México, un gesto de ese tamaño habría sido un bálsamo.
Anaya creyó que confrontando a AMLO se llevaría la noche. Le salió chorreado el tiro. Cuando López Obrador enseña su cartera y dice que la cuidará ante la cercanía del panista, le dio puntos al tabasqueño. La sorpresa del primer debate no pudo ser repetida por el mal llamado “Chico Maravilla”.
Y a Anaya no le fue bien, menos cuando Meade habla de lavado de dinero y le pone un golpazo a su adversario con elegancia.
El gobernador Rodríguez intentó toda la noche que cuando menos alguien lo insultara, pero no consiguió reflectores más allá de promover el abrazo entre contendientes.
Muchos se preguntarán por las propuestas. Esas se quedan en casa. El debate es para emocionar, para fortalecer el voto duro y conquistar a los indecisos. Eso no se hace con sesudas propuestas, no al menos, en un país como el nuestro en donde lo´s políticos creen que a los mexicanos todavía nos gustas el circo aunque no haya pan.
Este debate sirvió para confirmar la postura de los cuatro aspirantes presidenciales. Tres de ellos confrontados, pero uno con una ventaja que, dicen los que saben, ya no tiene vuelta de hoja.
Quedan 40 días, más menos, para ir a votar. Esperemos más guerra sucia, más descalificaciones, más mentiras, más imprecisiones.
El primero de julio ya no está muy lejos. Anaya y Meade sí están lejos de alcanzar el triunfo. Sólo un milagro, o un desastre, harán que el escenario político cambie antes de que vayamos a las urnas.
La Letrina. A Nestora Salgado la exoneró un juez de los delitos de secuestro por los que pasó dos años en la cárcel. En el debate, José Antonio Meade culpó al candidato de Morena de haberla postulado al Senado. El candidato debería enfilar sus baterías al Poder Judicial, pues fue ahí donde le dieron a Nestora la razón: detuvo a personas, una de ellas funcionario público, por robar ganado. ¡Qué miedo que alguien que aspira a gobernar México tenga tan poco respeto por las resoluciones de un poder de la Unión! Señor Meade ¿dónde quedó el respeto a la ley y a la independencia del Poder Judicial? Revictimizar a Nestora Salgado fue un golpe bajo.