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SALA DE ESPERA COLUMNAS SARAÍ AGUILAR

«EL ARCÓN DE HIPATIA»: Campañas, con escasa perspectiva de género

01 de mayo, 2018

Es imposible que en una época en la que la agenda feminista ha acaparado reflectores –sin que eso se traduzca necesariamente en acciones efectivas de las autoridades–, los candidatos a la Presidencia de México no se refirieran a esa causa. Sin embargo, al cumplirse un mes de que arrancaron las campañas presidenciales, tampoco parece haber motivos para el optimismo.

Margarita Zavala, la única mujer que llegó a la boleta, ha limitado su idea de feminismo a su condición de mujer. Sus propuestas de género se enfocan al ámbito económico, sobre todo los obstáculos que enfrentan las mujeres en la vida laboral y su desarrollo profesional. Si bien la brecha salarial por género es alarmante en el país, no es el único reto que enfrentan las mujeres. Además, las posturas de la expanista han sido tachadas de conservadores por los sectores más progresistas del país, quienes cuestionan el supuesto control que su esposo, el expresidente Felipe Calderón, ejercería en su campaña.

José Antonio Meade, candidato del PRI, se ha autonombrado el presidente de las mujeres, haciendo énfasis especial en la trascendencia de ellas en su gestión en caso de llegar a la titularidad del Ejecutivo. Su promesa, sin embargo, suena vacía si se considera que en los estados gobernados por el PRI, como es el caso del Edomex, las desapariciones y feminicidios son una constante. Ha dado propuestas en el tema económico, pero no en el área de seguridad.

El candidato de Por México al Frente, Ricardo Anaya, advirtió en el arranque de su campaña que en los últimos años aumentó 70 por ciento el número de feminicidios. Mediante redes sociales lanzó la campaña #NoEsNormal. Pero, más allá de este arranque mediático, la propuesta de la coalición no va más lejos que prometer generalizaciones, sin dar acciones en específico. Promesas como las fiscalías especiales terminan siendo solo eso, ofertas que rara vez se concretan y cuando se hacen, son más exitosas en generar aparatos burocráticos que en resolver problemas de fondo.

Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, guarda silencio sobre los temas específicos de género. Parece evitar esos asuntos dada su alianza con el partido Encuentro Social, de base ultraconservadora. El proyecto de nación que propone Morena dedica un párrafo al tema, en su documento de más de 450 páginas. Menciona la desigualdad por género, pero al igual que sus oponentes, carece de propuestas concretas para atacarla.

Al parecer estamos ante una más de tantas campañas con espejitos pasando por pedazos de cielo. Sólo hay palabras huecas, que sin tener propuestas de acción no ayudarán a disminuir los horrores que sufren las mujeres en el país.

La participación femenina en la operación misma de la campaña tampoco suena prometedora. A pesar de la paridad de género en la postulación de candidatos, seguimos teniendo políticas brillantes con campañas a la sombra del líder moral del partido, como es el caso de Claudia Sheimbaum, candidata de Morena al gobierno de la Ciudad de México. O auténticos clubs de Tobi, como ocurre en el equipo de Anaya.

Mención aparte merece el candidato de último momento, Jaime Rodríguez, El Bronco. Tristemente famoso desde su época de gobernador de Nuevo León por sus comentarios sobre las “niñas gordas”, no ha enviado una señal que nos haga esperar algo mejor en materia de agenda de género.

Ante tal panorama, la pregunta para los candidatos resulta necesaria: ¿en verdad creen que sólo valemos una frase bonita de sus discursos?

Al fondo del arcón

Mientras los aspirantes a la Presidencia minimizan la agenda sobre las mujeres, una revista de gran tiraje y alto consumo entre las clases populares, que reporta sobre todo chismes de la farándula, dedicó sus páginas a denostar el movimiento feminista reduciéndolo a la peyorativa caracterización de “feminazis”. A reserva de abordar el tema con mayor profundidad, es más urgente que nunca alzar la voz sobre la problemática femenina y evitar que quede reducida a un simple pleito mediático. En esta tarea debiera estar comprometida la clase política, la academia y el activismo. Sería bueno hacer un frente común para que una situación compleja no quede reducida a un adjetivo sin gracia.

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