Tamaulipas volvió a ser centro de atención mediática.
Dos casos que nos han sacudido. El primero, las emboscadas del crimen organizado a las fuerzas de seguridad, incluidos elementos de la Marina, en la que murieron civiles a causa del fuego cruzado.
El segundo es el esclarecimiento del asesinato del periodista Carlos Domínguez, a quien le quitaron la vida con saña inaudita.
Me detengo en este caso: Domínguez fue apuñalado. Las heridas que recibió fueron, si cabe decirlo, atípicas en un homicidio con arma blanca. Muchas de las más de 20 puñaladas fueron en el cuello, según especialistas, este tipo de heridas no son comunes en los crímenes con armas de ese tipo.
Las investigaciones de las autoridades dieron con seis sujetos que participaron en el crimen. Tres eran reporteros.
La Procuraduría tamaulipeca investigó la labor periodística de Domínguez. Encontraron que, al menos en un año anterior al asesinato, lo textos que escribió pudieron ser el motivo de su muerte.
Uno de los detenidos por este homicidio es un familiar de Carlos Cantúrosas Villarreal, ex alcalde de Nuevo Laredo. A ese pariente de Cantúrosas se le identifica como el autor intelectual del crimen.
Hoy, el señor Cantúrosas Villarreal es candidato a la alcaldía de Nuevo Laredo por Morena, no se ha deslindado ni de su pariente ni del asesinato.
Las investigaciones siguen y esperamos que pronto se castigue a los autores materiales del asesinato y también a quienes fraguaron el crimen.
Regreso al tema de las emboscadas.
El fin de semana pasado se registraron los ataques a las fuerzas de seguridad. Un Marino fue abatido por el fuego enemigo. Varios civiles murieron en el fuego cruzado. Las primeras informaciones aseguraban que dos niñas que viajaban con su madre y un hombre habían sido abatidas por elementos de la Marina desde un helicóptero.
La SEMAR negó que las heridas que presentaban las pequeñas hubiesen sido provocadas por armas con las que están artilladas las aeronaves de los marinos.
El mensaje del crimen organizado es claro: atacarán a quienes formen parte de las fuerzas de seguridad y no se detendrán ante nada si entre las bajas se encuentran personas inocentes.
Una explicación de lo que sucede en Tamaulipas nos la da Alejandro Hope, en su colaboración de El Universal de ayer 28 de marzo. “La transición política en el estado en 2016 alteró las relaciones con el gobierno federal. El costo y el tamaño del despliegue federal en Tamaulipas se volvió sujeto de agrias discusiones”. Menciona también que los gobiernos municipales dejaron de tener bajo su mando a la policía y que la desventaja es que los alcaldes se lavan las manos en cuestiones de seguridad.
Hay un dato que estremece, y que Hope resalta: hay 3000 policías para todo Tamaulipas y que su déficit no se cubre en el corto plazo.
Tiene razón Hope cuando dice que el gobierno estatal tiene recursos limitados -financieros y humanos- para enfrentar la situación.
Enrique Peña está de salida y el gobernador de Tamaulipas no es de su partido. La Marina apoya, pero los recursos no son muchos.
Hace unas semanas, turistas de Texas y Canadá regresaron a Tamaulipas. No lo hacían desde hace varios lustros. Los tamaulipecos y quienes desde el extranjero tienen alguna raíz en la entidad, están dando pasos para que el estado cambie.
El gobierno federal debe destinar mayores recursos para apoyar los programas del estado para recuperar los espacios públicos y la creación de una nueva policía que no esté relacionada con el crimen organizado.
La sociedad está haciendo lo suyo pero, ¿dejará Peña Nieto pendiente su promesa a los tamaulipecos de regresarles la paz?
