La noche del miércoles Andrés Manuel López Obrador estuvo en Milenio Televisión.
En un encuentro con colaboradores de ese medio AMLO reiteró algo que desde que era Jefe de Gobierno del Distrito Federal ha dicho: impulsar la participación ciudadana en las grandes decisiones del país, la que él llama la Democracia Participativa.
Carlos Marín, Azucena Uresti, Héctor Aguilar Camín, Juan Pablo Becerra, Carlos Puig y Jesús Silva Herzog Márquez fueron quienes escucharon y cuestionaron al candidato presidencial sobre las consultas que pretendería hacer en casos como las reformas estructurales, principalmente la Energética y la de Educación.
¿Qué habría sucedido si el gobierno de Enrique Peña Nieto consulta a la ciudadanía sobre la reforma educativa?
¿En qué sentido se habrían manifestado los ciudadanos si se les pide opinar sobre la reforma energética?
Para nadie es desconocido que las condiciones de educación en el país son desastrosas y ejemplo de ello es que las calificaciones que obtienen los estudiantes, maestros y el sistema educativo en pruebas internacionales sobre el tema son deprimentes.
Hay quienes piensan que en el tema energético la apertura a inversión privada, nacional y extranjera, era lo mejor para la industria de hidrocarburos pero aún no tienen claro cómo y cuándo los va a beneficiar.
Aquellos que dicen que López Obrador es, y si gana la presidencia será un gobernante autoritario, se topan con pared cuando escuchan lo de definir las políticas públicas en plebiscitos o referéndums. Y es ahí cuando llega el adjetivo de populista.
El argumento descalificador es que ya hay instituciones que tienen la potestad de definir en nombre de los ciudadanos las decisiones de interés general como los cabildos, los congresos locales y el congreso de la Unión, además de las facultades que la ley le da a quienes tienen un cargo ejecutivo de elección popular.
López Obrador no se queda ahí. Dice que en los grandes temas se deben abrir espacios de debate y de consulta no sólo en los espacios legislativos sino también en los de la sociedad como los medios de comunicación.
Eso que plantea Andrés Manuel López Obrador es algo que en México no conocemos, no estamos acostumbrados a que el gobierno nos pida opinión.
Los diputados, senadores, gobernadores y presidentes municipales se verían en la necesidad de regresar a sus distritos, sus estados y las comunidades en las que pidieron el voto para discutir qué se hace y que no. Tal vez ese sea el gran miedo de la clase política de este país: perder el poder de decisión que afectará sus intereses políticos y personales a cambio de privilegiar el interés general.