Amiga o amigo de la Ciudad de México o del Interior de La República, Señor, Señora, Señorita:
Así como yo, ¿usted se siente confundido, aturdido, cansado de la publicidad de las campañas políticas de este país?
Así como yo, ¿usted no entiende la diferencia entre “precampañas”, “intercampañas” y “campañas”?
Quiero decirle que nosotros no somos los que estamos mal, esto que nos sucede es un síndrome, más que un síntoma casi una enfermedad.
Tal vez le pasa como a mí, que lejos de sentir confianza cuando escucha sobre las celebridades que cada día se alinean como simpatizantes en cada uno de los partidos y se siente apanicado tratando de entender cómo es posible que de un día a otro nieguen la cruz de su parroquia y apoyen a quien criticaron y atacaron ferozmente hasta hace poco tiempo.
Tal vez usted sienta que nadie asesora a los candidatos en sus discursos y actos de campaña, que es increíble y carente del más mínimo sentido común que acepten en sus filas a gente con la peor reputación con tal de sumar simpatizantes, tal vez usted igual que yo piensa que en un país con tanta polaridad y apatía, basar una campaña solo en desprestigiar al otro, lejos de llevarnos a sentir agrado por algún partido o candidato tenemos cada vez peor sensación de estar a punto de caer al vacío.
Tener que elegir un candidato por cual votar para ejercer el derecho al voto y no dejar en manos de otros nuestro futuro pareciera más complicado que tener que escoger entre contagiarnos de viruela, malaria o peste negra.
El futuro se vislumbra cada vez más nebuloso y aterrador, la información que recibimos los mexicanos se reduce a lo malo que nos va a pasar si gana tal o cual candidato, si gana uno vamos a estar peor que Venezuela (no estoy segura de que la mayoría de la gente haya ido e ese país, ni conozca bien realmente la situación… en fin), si gana otro vamos a regresar de nuevo al Periodo Mesozoico, dominados por dinosaurios sanguinarios y feroces, otro, que nos regresará a la época de del Cacicazgo o peor aún, de la esclavitud, si ganan los otros retrocederemos a tiempos de la Inquisición, perderemos todo lo que hemos avanzado en materia de igualdad y derechos humanos, volveremos a esa época oscura en la que las mujeres divorciadas, madres solteras, personas con diferentes preferencias sexuales, gente de otro color o raza étnica seremos considerados ciudadanos de segunda o mucho menos que eso.
¿Qué hace un ciudadano como usted o como yo? Pareciera que no podemos escapar, ni siquiera podemos optar por la ignorancia y la feliz inconsciencia porque no hay ningún lugar en el que nos sintamos a salvo de la violenta ola de información que nos alcanza por cualquier medio, televisión, radio, redes sociales o medios escritos, creo de repente que hasta la alarma sísmica va a empezar a mandarnos anuncios en lo que salimos corriendo a la calle.
Quisiera ser joven, mucho más joven, votar por primera vez y gozar de ese romanticismo que es obligatorio en la juventud, comprarme una idea y casarme con una de las opciones a muerte, militar activamente, dar el alma en la cancha, morirme en la raya por una ideología partidista, lamentablemente pertenezco ya al grupo de los desengañados y de los incrédulos, nada que hagan o digan me va a convencer y solo me queda soportar épicamente esta contienda, a sabiendas de que lo que venga será igual o peor que lo anterior, y que seguramente habrá beneficiados pero no nosotros, no los ciudadanos promedios que una vez más seremos la carne de cañón, los chivos expiatorios, conejillos de indias de este y los otros sexenios.
Buenas noches y como dijera mi amado Mario Benedetti: “Perdón por la tristeza”.
Bárbara Lejtik. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, queretana naturalizada en Coyoacán. Me gusta expresar mis puntos de vista desde mi posición como mujer, empresaria, madre y ciudadana de a pie. @barlejtik