jueves 21 noviembre, 2024
Mujer es Más –
HANNIA NOVELL

«EL RING DE LOS DEBATES»: Ni princesa ni esclava

Cerramos el año pasado con comentarios sobre la portada de diciembre de la revista “Time” que nombró como Persona del Año a “The silence breakers”, es decir, a “Las y los que rompieron el silencio”.

A quienes, alentadas y alentados por el movimiento #MeToo (#YoTambién) y sin importarles los señalamientos, las críticas y hasta el repudio, fueron capaces de dejar de callar, compartieron y denunciaron públicamente sus historias de acoso y abuso sexual, además de dar nombre y apellido a los responsables.

¿Quiénes, en su sano juicio, podrían cuestionar los pronunciamientos y motivaciones de quienes se han expresado contra el acoso y el abuso sexual? Lo hizo un grupo de artistas e intelectuales de origen francés, quienes dieron un nuevo giro a la discusión. Se trata de la actriz Catherine Deneuve, la escritora Catherine Millet, la cantante Ingrid Caven, la cineasta Brigitte Sy, la artista Gloria Friedmann y la ilustradora Stéphanie Blake, entre otras, firmaron una declaración contra el movimiento #MeToo.

Sus reflexiones son por demás interesantes y vale la pena detenernos en ellas. De entrada señalan: “La violación es un crimen. Pero el coqueteo insistente o torpe no es un crimen, ni la galantería es una agresión machista”.

Explican que como resultado del caso del productor de Hollywood, Harvey Weinstein, se ha despertado “una conciencia legítima de la violencia sexual contra las mujeres, particularmente en el lugar de trabajo, donde algunos hombres abusan de su poder”. Aceptan que esto era necesario. Y sí.

No obstante, advierten del peligro de que este fenómeno se deforme y se convierta en lo que quiere combatir. “¡Nos ordenan hablar, a silenciar lo que enoja, y aquellos que se niegan a cumplir con tales órdenes se consideran traidoras, cómplices!”.

Hay en la postura de #MeToo, de acuerdo con la intelectualidad francesa, un puritanismo, una rigidez excesiva para seguir sus lineamientos de denuncia de acoso y abuso. Y añadiría que esto genera dos fenómenos: por un lado, el grupo se erige como un Gran Jurado, como una Santa Inquisición; y por otro, nos revictimiza, nos reduce a sujetos indefensos bajo la influencia de “demonios machistas”.

Me explico: James Franco ganó el Globo de Oro como Mejor Actor de Comedia por la película “The Disaster Artist”. No bien disfrutaba del premio cuando las denuncias en su contra comenzaron a pulular.

Cinco mujeres hicieron revelaciones a “Los Ángeles Times” en las que acusan a Franco de explotación sexual y comportamiento sexual indebido. Cuatro de ellas fueron sus estudiantes. Una, Sarah Tither-Kaplan, aseguró haber sido contratada por el artista para participar en una película que finalmente no se estrenó, “The Long Home”, donde interpretaba a una prostituta.

Según su versión, Franco le pidió, al igual que a otras mujeres, que apareciera en una “escena extra” donde se celebraba una orgía y en la que él simulaba practicar sexo oral a las mujeres. Sin embargo, según el relato de la joven, Franco quitó las protecciones de plástico que cubrían las vaginas de las mujeres antes de simular el sexo oral.

Hilary Dusome y Natalie Chmiel, otras dos estudiantes de Franco en el teatro Playhouse West, recordaron una situación incómoda en un club nocturno en el que supuestamente Franco les solicitó que se desnudaran. Ninguna aceptó y el artista se marchó enfurecido.

Aunque las versiones no han sido confirmadas, el diario “The New York Times” canceló el  encuentro público que tenía previsto con Franco. El actor señaló en el programa “The Late Show” que las acusaciones contra él “no son precisas”.

“Las cosas que he oído que están en Twitter no son precisas, pero apoyo completamente que la gente salga y sea capaz de tener una voz porque no tuvieron una voz durante mucho tiempo. Así que no quiero detenerles de ninguna manera. Es una cosa buena y lo apoyo”, dijo el actor en la entrevista con Stephen Colbert.

Preguntémonos: ¿y si James Franco tiene razón? No es extenderle un certificado de impunidad. Es simplemente darle un derecho fundamental en todo sistema de justicia: la presunción de inocencia. ¿Qué tal si las acusaciones vienen de actrices fracasadas a las que él reprobó como su profesor de interpretación?

Y esto me lleva a una última reflexión: las mujeres también pueden asumir una actitud igual de “machista” y aprovecharse de esta situación para cometer abusos y emprender venganzas contra quienes consideren que, en el pasado, las han tratado mal.

Yo estoy 100 por ciento contra cualquier forma de abuso y acoso, contra CUALQUIERA, incluso contra la que pueda venir de una mujer. Creo que el origen del movimiento #MeToo es inobjetable y ha exhibido públicamente prácticas que se mantuvieron en el silencio y bajo el manto de la impunidad por décadas. Ahora, nuestro deber es evitar que se desvíe y, como lo escribí líneas arriba, se convierta en lo que quiere denunciar.

Al final de cuentas, no somos ni princesas, ni esclavas. Simplemente mujeres.

P.D. Por cierto, algo muy bueno ha surgido de todo esto: ¿Oprah Winfrey de candidata presidencial de Estados Unidos por el Partido Demócrata, teniendo como fórmula a Michelle Obama? Yo quiero ver eso. Sería poderosísimo.

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