La inseguridad en la Ciudad de México ha llegado a niveles preocupantes.
Hace apenas unos años, aún teníamos el privilegio de asegurar que en la “vanguardista” CDMX se vivía con tranquilidad o por lo menos, mejor que en otras entidades del país.
Las cosas han cambiado.
La guerra contra el crimen organizado, que inició Felipe Calderón en 2006, llevó la violencia a situaciones insostenibles en varias entidades del país y eso colocó a la Ciudad de México como una de las más seguras.
De esa percepción ya ni el recuerdo queda.
El derecho de piso, la protección, los cárteles, los minicárteles y la delincuencia local se han apoderado de la capital. Están imparables.
Los delitos han aumentado con la agravante de que se realizan con mayor violencia (25% más) y en contra sentido se denuncian, menos (solo el 10%).
La CDMX ocupa el cuarto lugar nacional en robo con violencia y el segundo en robo a transeúnte.
No hay una mesa en un restaurante, en una comida familiar, entre compañeros de trabajo o simplemente una reunión de amigos, en la que el tema recurrente no sea la inseguridad en nuestra bella y caótica ciudad.
En un simple ejercicio durante algunas reuniones decembrinas escuché las siguientes historias:
Robo de celular y tenis, mientras paseaba al perro, en el Parque del Ex Convento de Churubusco, Delegación Coyoacán.
Robo de celular y dinero, con violencia, en calles de la colonia del Valle, Delegación Benito Juárez.
Asalto con violencia en la Delegación Tláhuac, se llevaron cartera y celular.
Robo de celular en el metrobús, frente al WTC.
Robo de cartera en el metro.
Robo a casa-habitación en la Colonia Ejidos de Culhuacán, Delegación Coyoacán. Se llevaron aparatos electrónicos, computadoras, relojes y algunas joyas.
Todos ocurrieron en diciembre y ningún caso fue denunciado.
La impotencia de los afectados los obliga a no denunciar, porque: “solo se pierde tiempo, no se recupera lo robado y la autoridad simplemente no hace nada”.
Hace unas semanas fue noticia el intento de secuestro de cuatro adolescentes en la plaza Oasis, en la delegación Coyoacán. Plaza de moda para jóvenes que van a caminar, a platicar, a comer, comprar helado, un café, o al cine.
Para muchos la principal culpa fue de los padres que los dejaron solos para que ellos se reunieran con sus amigos.
En lugar de buscar culpas, deberíamos unirnos y exigir tanto a las autoridades como a los empresarios de las plazas, mayor seguridad para que nuestros hijos tengan un espacio donde convivir sin miedo.
Por miedo, ya no salen a la calle, por miedo ya no juegan en los parques, por miedo ya tampoco irán a las plazas.
Yo creo que para vencer ese miedo que ya nos está ganando la partida, debemos unirnos como sociedad para no permitir que nos sigan arrebatando espacios.
Las ausentes autoridades capitalinas insisten en sus cifras triunfalistas y en negar que en la Ciudad ha aumentado la inseguridad. Dicen que los delitos han disminuido, que no hay crimen organizado ni narcotráfico, pero en la realidad y en las estadísticas familiares, casi todos tenemos una experiencia desagradable que contar.
Informes de Observatorio Nacional Ciudadano revelaron que cada dos minutos y siete segundos se denuncia un delito con violencia en la CDMX, súmele el 90 por ciento que no se denuncia.
Ya nadie se siente seguro al caminar por las calles de la ciudad o viajar en el transporte público; en el metro el robo ha aumentado en más del 350 por ciento; las familias salen de vacaciones con el temor de que al regreso su casa haya sido saqueada y para pasear al perro hay que ir sin teléfono.
Ninguna delegación la libra, pero la más insegura es la Cuauhtémoc, sí, la demarcación que abandonó Ricardo Monreal, al pedir licencia definitiva, según él, para descansar, leer y dormir mucho, y claro, esperar el siguiente cargo, sin la menor preocupación de cómo dejó la delegación.
De enero a octubre pasado, la demarcación alcanzó una tasa de 459.5 delitos de alto impacto por cada 100,000 habitantes, seguida de Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza.
Con esa tendencia sería nuevamente el horroroso primer lugar por cuarto año consecutivo en incidencia delictiva de alto impacto.
Ya como joya de la corona recordar la declaración del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, quien dijo, que el repunte de la delincuencia es resultado de la aplicación del nuevo sistema de justicia penal que ha liberado a delincuentes. ¿Será?
Como dijera Alejandro Martí: “Si no pueden, renuncien”.
No solo nos están robando pertenencias, también nos están robando los espacios.