Diciembre es un mes de festejos, celebraciones, encuentros que afianzan nuestros vínculos con los otros, y en donde solemos desearnos amor, paz, felicidad entre otras cosas. Es un mes al que solemos darle un halo de magia, sus luces de colores, fantasías, regalos, incluso ese espíritu altruista que surge en esta época del año suele hacernos olvidar que la paz y la felicidad no son un simple deseo.
Este país necesita urgentemente paz y felicidad, no de una noche, no de un mes, estamos urgidos de una paz que se construya todos los días. El balance con el que finalizamos el año, nos indica que ha sido unos de los años más sangrientos de nuestra historia, un aumento de la violencia, muertes dolosas, feminicidios, desapariciones, y si esto fuera menos el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) anuncia el pasado mes de noviembre que en México mueren diariamente 3.6 niños al día a causa de violencia familiar. Es decir, este número no considera otras causas de muerte infantil como el crimen organizado, el trabajo forzado, la pobreza, violencia sexual, embarazos en niñas y adolescentes, etcétera. ¿Cuántas vidas infantiles se pierden? ¿Qué sociedad los permite? La nuestra, nosotros cerramos los ojos y preferimos solo desear paz y felicidad.
La paz no es la ausencia de la guerra, la paz en un proceso que nos permitiría resolver nuestros conflictos por vías pacíficas, es un proceso social que nos permitiría reconfigurar nuestra realidad de manera distinta. Y como todo proceso requiere de sujetos que lo lleven a cabo, de niños y niñas, de adolescentes, hombres y mujeres, todos, sin excluir a nadie. Sujetos que sepamos convivir con nuestras diferencias, que reconozcamos en el diálogo incluyente, equitativo una vía para la resolución de nuestros conflictos. ¿y cómo hacer para que la paz no sólo sea un deseo? ¿Qué hacer para construir la paz? Las familias jugamos un papel primordial, somos un referente de socialización importante en dónde nuestros niños y niñas aprenden a convivir y a resolver los conflictos, aprenden a dialogar y a generar espacios de mediación y consenso, aprenden a escuchar, a perdonar y a reconciliarse, y en todos estos procesos se incluye al otro.
La paz es una praxis, es un proceso de reflexión y de acción de los seres humanos bajo los cuales construimos nuestro mundo, y en dónde las mujeres jugamos un papel primordial, esto significaría dejarnos de mirar como víctimas para protagonizar la construcción de relaciones más armoniosas.
Esta paz tan urgente y necesaria la podemos empezar a construir desde la familia, y en dónde las mujeres podemos ser agentes de cambio. Históricamente el rol de la mujer como promotora de valores ha sido relevante, hoy podemos empezar a trabajar por la justicia y la equidad al interior de nuestras familias, el reconocimiento y empoderamiento de nuestras niñas y niños, su participación activa y su liderazgo.
Si esto sucediera en nuestras familias, si asumimos estos compromisos para construir un mejor país podríamos aspirar a ser más felices. Sí, también la felicidad un proceso que construimos juntos; producto de las relaciones con los otros.
Por consenso internacional el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) ha implementado un módulo encargado de reportar el índice de bienestar que los mexicanos perciben de sus vidas. El denominado BIARE (Bienestar Autorreportado) recoge tres datos: 1. Satisfacción con la vida en general y ámbitos específicos de la misma, denominados dominios de satisfacción; 2. Fortaleza anímica y 3. Balance afectivo, que explora los estados de ánimo positivos o negativos. Los resultados de este año muestran un balance anímico de la población urbana mayor de 18 años, en una escala de -10 hasta +10, que hay un estado anímico positivo dando como promedio 6.2, (pasamos de panzazo) pero el año pasado fue de 6.3, lo que significa que hubo un retroceso. Cabe destacar que hay un mayor grado de satisfacción con la vida por parte de los hombres que el reportado por las mujeres.
Por todo lo anterior mis palabras para este próximo 2018 no son: ¡les deseo paz y felicidad! Son: Asumamos nuestros protagonismos como constructores y constructoras de la paz, y mejoremos los resultados del BIARE.
Mayra Rojas. Docente en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (Campus Estado de México) y en la Universidad Iberoamericana (CDMX). Doctora en Ciencias Sociales y Políticas (Universidad Iberoamericana).