El hartazgo y rechazo hacia los legisladores.
En unos días se cumplirán dos meses de un dolor que jamás se irá, que permanecerá ahí por las irreparables pérdidas humanas, del devastador terremoto del 19 de septiembre.
Aunado al dolor queda el miedo, la impotencia, la desesperanza, la confusión, el desconcierto y mucho enojo.
En la Ciudad de México no hay un censo de los daños que dejó el sismo, ni un programa integral que atienda verdaderamente el problema. Cientos de familias perdieron todo o casi todo y su futuro aún es incierto.
Otros cientos, siguen en la espera de un dictamen, de un peritaje que les diga si su vivienda es habitable, que alguien les garantice que no corren peligro en caso de otro temblor.
Aunque hay evidencias de daños, paredes caídas, vidrios rotos, puertas descuadradas, no hay la certeza del nivel del daño, porque ninguna autoridad delegacional, ni del gobierno de la Ciudad, ha atendido su llamado.
Algunos se han arriesgado a seguir ahí, otros se han ido, pero se mantienen en guardias las 24 horas para resguardar lo que todavía tienen. Esa es la rutina cotidiana en varios lugares, uno de ellos en Tlatelolco.
Parecería que a ninguna autoridad le interesa, no ha ido ningún Director Responsable de Obra, ni tampoco un Corresponsable de Seguridad Estructura técnica para generar el dictamen.
Esta situación se repite en innumerables viviendas de la Doctores, la Roma, Condesa, del Valle, Paseos de Taxqueña y muchas colonias más.
Como no entender su enojo y no comprender que cierren calles para manifestarse y que sus demandas sean escuchadas.
A 58 días del terremoto han recibido tres mil pesos para rentar, juzgue usted el monto.
De qué sirven los nuevos créditos si perdieron su patrimonio. Para los afectados esas propuestas crediticias no son más que una burla.
La impotencia y el coraje se contagian.
Ellos sin nada en las manos siguen su odisea de encontrar una solución, un apoyo para lograr fondos para la reconstrucción y recuperar su patrimonio, mientras que otros, con las manos llenas no se dan abasto para aprobar bonos millonarios.
Cuál comprensión, cuál solidaridad, cuál unión, cuál #FuerzaMéxico por parte de los legisladores, pura desfachatez y mezquindad, por decir lo menos.
El próximo año, habrá un bono adicional para el retiro de los 500 diputados federales.
En la Partida de Servicios Personales se prevé un incremento de 723 .8 millones y de esto por lo menos 216 millones se destinarían al pago del fondo de ahorro de los legisladores, con lo que cada uno recibiría 864 mil pesos, según se publicó recientemente.
Seguramente argumentarán que la ley no les permite rechazar ese bono o donarlo para los damnificados.
Total, hicieron tan bien su trabajo que se merecen una despedida millonaria con nuestro dinero.
Ya lo dijo el presidente de la Comisión de Presupuestos de la Cámara de Diputados, Jorge Estefan Chidiac: “todos los servidores públicos del Gobierno Federal y en los gobiernos estatales tienen un seguro de retiro, no estamos preparando nada, esto viene de Legislatura tras legislatura, durante décadas”.
El caso de los 128 senadores no es nada diferente, al final de la actual legislatura, que concluye el último día de agosto del próximo año, recibirán más de 703 mil pesos.
Usted ya sabe, además les pagamos gastos médicos, gasolina, teléfono y hasta vales de despensa.
Así las cosas, en momentos de austeridad, millones para unos y centavos para otros.
El hartazgo y rechazo hacia los legisladores, partidos políticos y funcionarios públicos que cobran con nuestros impuestos, no es gratuito.