Urge un fiscal electoral imparcial para lo que se viene.
Los días de tormenta política por la destitución de Santiago Nieto en la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) se detuvieron de forma abrupta por el mismo ex funcionario, quien al declinar su posible restitución sólo dijo que no había las condiciones necesarias para que los partidos políticos le tuvieran confianza en el desempeño imparcial que debe tener quien persigue a delincuentes electorales. ¿Fue equitativo durante sus funciones? A los corruptos gobernadores del PRI los persiguió, y qué bueno, no así, que malo, a los del PAN y MORENA que impunemente se alistan para ser los próximos senadores de la República.
¡Vaya sorpresa! Santiago Nieto tenía al país prácticamente en vilo, consiguió unir a los partidos de oposición al PRI y al Verde tanto en las Cámaras de Diputados y Senadores, incluso a dirigentes nacionales, incluido el de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, que lo defendió y lo arropó para mantenerse al frente de la Fiscalía tan necesaria en momentos de alta crispación política y de frente a las elecciones federales del 2018, donde, seguramente, habrá infinidad de delitos electorales.
¿Amenazas?, ¿presiones?, ¿reconciliación?; eso solamente lo sabe Santiago Nieto, quien asumió que primero estaba la tranquilidad del país y luego las posiciones de funcionarios. Eso sí, ya libre de ataduras políticas, sin sonrisa de por medio, se defenderá jurídicamente “ante las demandas penales que en su contra interpuso el ex director general de PEMEX, Emilio Lozoya, quien dijo tener los “recursos económicos” y relaciones para salir victorioso del caso Odebrecht, empresa brasileña que supuestamente le entregó más de 10 millones de dólares para la campaña presidencial del entonces candidato priísta, Enrique Peña Nieto.
Las posturas a favor y en contra de la destitución de Nieto por el procurador federal interino, Alfonso Beltrán fueron extremosas: una parte lo victimizó ante el abuso de poder del titular de la PGR, aun no ratificado por el Presidente de la República y, otra, lo satanizó al grado de pedirle, como lo hizo Ciro Gómez Leyva, ofreciera una disculpa pública a Emilio Lozoya por haber filtrado información de Odebrecht a un periódico de publicación nacional.
Había violado la secrecía de una averiguación judicial por puro protagonismo y confiado en que los senadores Miguel Barbosa, hoy de MORENA, y Manuel Bartlett, del PT, lo defenderían se lanzó con todo el chantaje retratado en el rostro para que le devolvieran su cargo. Finalmente ambos legisladores lo habían puesto en la Fepade y les debía su parcialidad para no sancionar a Delfina Gómez durante su campaña por la gubernatura del Estado de México. Para Nieto no fue delito electoral que la ex alcaldesa de Texcoco descontara, vía nomina, un porcentaje del salario de los trabajadores para utilizarlo políticamente.
Su actuación como fiscal electoral sí garantizó certidumbre a panistas y morenistas de que llevaría a prisión a gobernadores del PRI, los dos Duarte, Javier y César, por lo que, sin miras de altura, tomaron la tribuna del Senado para exigir la restitución de su “fiscal carnal”, a quien necesitaban para el 2018 cuando las campañas presidenciales, particularmente, abran sus puertas a los “amigos” que a cambio de dinero sucio obtengan beneficios durante el sexenio próximo.
Por primera vez, el cese de Santiago Nieto, que obviamente beneficia al PRI y a su honrado presidente Peña, logró unir en reclamos a los dos dirigentes nacionales del PAN y de Morena, el aprendiz de mafioso, Ricardo Anaya, y al mesiánico y nunca mentiroso Andrés Manuel López Obrador, quienes azuzaron a sus senadores para evitar la destitución y colocar al mártir de la democracia electoral, el ex fiscal nuevamente al frente de la Fepade.
Nieto no supo o le importó un reverendo cacahuate evidenciar a los senadores, muchos de los cuales cambian el sentido de su voto a cambio de dinero o beneficios empresariales, contratos jugosos con distintas secretarías de gobierno que los llevan en seis años a convertirse en nuevos ricos. Por ello el chantaje de la votación abierta y de cara a la nación. De no haber claudicado el ex titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales se hubieran exhibido los adoradores del amo del mundo: Don dinero.
Las disculpas salen sobrando, lo importante y grave es que a unos meses de llevarse a cabo la elección presidencial más polarizada de los últimos tiempos no se tenga fiscal electoral. Si como sucede con el Fiscal General de la República que no ha tenido consenso para su nombramiento, pasara lo mismo con el Electoral, se corre el riesgo de que delincuentes electorales hagan de las suyas sin ningún temor.
Urge un fiscal electoral imparcial para lo que se viene, sólo que no sea elegido a través de cuotas partidistas porque seguiremos siendo un país de simulación, burla, impunidad y cinismo.
Elena Chávez. Estudió periodismo en la universidad Carlos Septién García. Ha escrito los libros “Ángeles Abandonados” y “Elisa, el diagnóstico final”. Reportera en diversos diarios como Excélsior, Ovaciones, UnomásUno; cubrió diferentes fuentes de información. Servidora Pública en el Gobierno del Distrito Federal y Diputada Constituyente externa por el PRD.