Octubre es el mes designado por la OMS para la sensibilización sobre el cáncer de mama a través de campañas de prevención y detección, así como con la ejecución de programas de atención y apoyo a las víctimas.
Gobiernos, organizaciones civiles, instituciones educativas, empresas privadas nacionales e internacionales participan activamente en todo el mundo con campañas y venta de productos que buscan visibilizar el problema y recaudar fondos para la investigación y la atención oportuna.
Aunque no hay bases científicas contundentes para determinar las causas de la enfermedad, lo que sí está probado es que un estilo de vida saludable puede disminuir los factores de riesgo.
Según el American Institute for Cancer Research, podemos reducir la probabilidad de presentar cáncer tomando medidas preventivas como vigilar el peso corporal, hacer 30 minutos de ejercicio diario; limitar el consumo de alcohol y alimentos azucarados, salados o procesados, y aumentar el consumo de vegetales, frutas frescas, granos enteros y legumbres.
Si bien es cierto que llevar una dieta alejada de esas recomendaciones representa un riesgo, desafortunadamente también lo es que el hecho de ser vegano, orgánico, deportista y espiritual no elimina la probabilidad de desarrollar un cáncer.
Sin embargo, persiste la creencia –o acto de fe– de que nuestro estado físico responde al lema “somos lo que comemos”, y por esa razón hay cientos de libros (escritos por médicos, nutriólogos, sobrevivientes y gurús de moda) con títulos como “Dieta anti cáncer” o “Recetas anti cáncer”, “Superfoods”, etcétera, que se venden como “pan caliente” aquí y en China.
También gracias a ese acto de fe, en este mes las revistas de moda y belleza incluyen notas sobre el cuidado y prevención del cáncer de mamá haciendo alusión a los superfoods que “nos alejarán de todo mal” por su alto contenido de antioxidantes, efectos antiinflamatorios, estrógenos, nutrientes, ácidos omega 3, carotenos, vitamina C y demás nutrientes.
Siendo sólo una comidista, no puedo abogar sobre el valor nutricional o “curativo” de esos alimentos. Lo que sí sé es que la mayoría de los mencionados, saben a vida, aunque no la salven ni prolonguen.
Al natural
Aquí, una lista de los alimentos que saben a vida. Hay que probarlos crudos o con poca cocción, no sólo por el tema de la salud, sino para “saber a qué saben” realmente, sin aliños ni salsas.
1) Brócoli (y todas las crucíferas, como la coliflor, el kale y las colecitas de Bruselas): intenso sabor terroso, con olor a azufre, con tonos dulces y amentados. Probar crudo en ensaladas o cocer al vapor. Se lleva de maravilla con el ajo, la cebolla, el jengibre y la nuez o cacahuate.
2) Cúrcuma: el ingrediente estrella del curry es un sabor umami con tonos terrosos, picantes y cítricos. Se consigue en polvo y con él puede aliñarse toda clase de carnes y vegetales.
3) Frutos rojos: sabores agridulces, frescos, florales y herbales. Su pareja ideal son los lácteos, pero como estamos en plan saludable, hay que licuar con leches de almendra, coco o arroz. También combinan bien con hojas de menta.
4) Manzana: sabor agridulce con notas lácteas y especiadas, sobre todo al centro de la fruta. ¿Se han dado cuenta de que la manzana gala tiene un regusto a mantequilla? Es mi favorita porque no es tan ácida ni tan dulce.
5) Salmón (y pescados como el atún): sabor umami, con notas de alga y mantequilla. Combina con infinidad de alimentos dulces y salados, pero va espectacularmente con pepino, rábano, berros, aguacate, ajo, eneldo, espárragos y jengibre y betabel.
6) Nueces: el fruto seco más popular del mundo tiene sabores terrosos, amargos y toques especiados. Un antojo “sano” y delicioso: barquitos de apio con crema de tofu y nueces troceadas. Aunque mi combinación favorita es el betabel con queso azul y nueces.
7) Té verde: Hay devotas que juran que tomando tres tazas al día eliminaremos todos los males. Pero sólo por el sabor, no compren el de bolsita, inviertan en los de hoja entera y de preferencia de origen japonés (no soy anticomunista, sólo sé que sabe mejor el nipón).
8) Frutas y vegetales de color naranja (duraznos, melón, naranjas, zanahorias, mangos, papas, pimientos, calabaza, papaya): sabores florales, cítricos y cremosos, como el de los duraznos y el melón.
9) Semillas de linaza: ahí si pierdo y me sale lo “insano”, pero comiendo semillas me siento pájaro. De la única forma en que puedo aguantar su sabor es cuando vienen en el pan, que no es nada saludable (Paso).
10) Edamame: sabor umami, fresco y ligeramente ácido. Me encantan de forma natural, así como los sirven para botana en los restaurantes japoneses y en la ensalada Thai del California Pizza Kitchen.
Como verán, estos súper alimentos en realidad no son raros y mucho menos insípidos. Al menos los vegetales y las frutas son parte del menú familiar. Casi todos saben muy bien al natural, sólo hay que darles una oportunidad.