Catalunya siempre ha sido una provincia distante de España, pero no por gusto de los catalanes, pueblo afable y acogedor. No queda claro por qué ese recelo que por décadas los españoles han mostrado hacia ellos: ¿Porque no hablan castellano, porque son más trabajadores que el resto de los españoles y más unidos, porque sus costumbres, hábitos y principios son diferentes al resto de españoles, porque son los menos españoles de España?
Inclusive fuera de Catalunya los españoles se refieren con tono un poco despectivo a los catalanes como “Los Polacos”. En la época del dictador Francisco Franco no se les permitía hablar en catalán ni en las calles, escuelas y centros de trabajo; generaciones de los cincuentas y sesentas aprendieron el catalán en sus casas y lo hablaban siendo niños a escondidas en el patio del recreo; muchos no lo saben escribir correctamente; el dictador lo prohibió, y pobre del catalán al que se le escuchara hablarlo en público. Pero aún así, no han perdido su identidad, ni su idioma. Sí, el catalán sí es un idioma, porque se habla en un país. Andorra no sólo en una provincia de España.
Hoy los catalanes sólo querían salir a votar en paz, tranquilos, un Referéndum para que la población manifestara si quería seguir siendo parte de una España, que siempre los ha tratado distinto y despectivamente. Por ejemplo, el AVE, el tren de alta velocidad, tardó años en llegar a Catalunya a pesar de ser esta la provincia que más aporta al gobierno español fiscalmente. Y así podríamos enumerar un sinfín de acciones desventajosas o desiguales que el gobierno de España tiene en el trato político, económico y fiscal hacia los catalanes.
Para Catalunya no hay ventajas de pertenecer a España. Para España sí, perdería gran parte de sus recursos y difícilmente alcanzaría el PIB que pide la Unión Europea para ser parte de ésta, esos son sus grandes temores que los enfurecen.
Mariano Rajoy argumenta ilegalidad en el Referéndum Catalán, pero ignora deliberadamente el derecho que tienen las personas, lo que se llama libre determinación y voluntad de los pueblos, y sobre todo si se pretende hacer por la vía pacífica de un Referéndum.
El Artículo 1 de la Constitución Española habla de que:
“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político y que La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.
Habría que explicarle al Gobierno de Rajoy lo que significa el hecho de que la soberanía reside en el pueblo español, incluido el pueblo catalán. La voluntad de los pueblos está sobre la indisoluble unidad, ya que de acuerdo a especialistas internacionales en derechos humanos: “Es indisoluble, siempre y cuando la voluntad del pueblo no decida otra cosa”.
El pueblo catalán sólo pretendía a través del Referéndum del 1 de octubre, decidir pacífica y democráticamente su pertenencia o no a España, cosa que no ha permitido Rajoy, y ha hecho gala de represión, hostilidad y hostigamiento al pueblo catalán. Lo que Rajoy pretende realmente es un sometimiento político, fiscal y económico, por eso la rudeza de la reacción.
Primero buscó intimidar a la Generalitat (Gobierno catalán) y a sus funcionarios, después mandó a su policía nacional a reprimir, pretendió someter a los Mossos D`Esquadra (policía catalana), mandó secuestrar boletas y urnas violentamente, solicitó a Google retirar toda la información sobre el referéndum, maltrató a niños, mujeres, ancianos –sin distinción–, les cortó el servicio de Internet, todavía a las 10 PM en gran parte de Catalunya no había servidores, para que el mundo no se enterara de lo sucedido, provocó más de 800 heridos, según cifras de los propios catalanes.
Con la represión vergonzante de este 1 de octubre, lo que ha logrado Mariano Rajoy y el gobierno español es alejar aún más y definitivamente a Catalunya de España.
Este lunes toda España, toda Europa y el mundo entero amanecieron con el sabor amargo de una represión y rudeza innecesaria y absurda contra un pueblo que tenía como única arma unas papeletas de votación pacífica y democrática.
Paloma Ruiz. Comunicóloga por la UNAM, con especialidad en Marketing por la Universidad de Berkeley. Ha combinado a lo largo de su vida profesional el análisis político en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales, con el diseño de estrategias de comunicación y las relaciones públicas. Amante del mar y el buceo.
