¿Tendrá que ocurrir otro sismo de mayor magnitud que el del pasado 19 de septiembre para que las autoridades entiendan que urge la descentralización de la Ciudad de México? Hoy quiero referirme, de manera respetuosa, al artículo publicado hace 32 años por Octavio Paz en el diario “El País”, que con esta tragedia que nos envuelve, cobra vigencia y una urgente necesidad de despoblar a esta metrópoli tan lastimada por la corrupción por parte de los tres órdenes de gobierno.
Unos días después del terremoto del 19 de septiembre de 1985, el Nobel escritor publicó que con la sacudida de la tierra iniciaba también el despertar en la consciencia de la gente. Hoy la rabia, decepción y hartazgo de la población ha rebasado a autoridades y políticos pero, también, nos hace ver que Paz tenía razón en urgir a la descentralización, si queremos salvarnos.
Más de tres décadas tiene que el Premio Nobel de Literatura escribió en el diario español lo siguiente: Hoy se habla de reconstrucción. Pero esta palabra es engañosa, pues no designa realmente la naturaleza de la tarea que nos espera. No se trata de repetir lo hecho, sino de rectificar el curso ancestral de la historia de México. Creo que es el momento de iniciar en serio el proyecto de descentralización que figuró de manera prominente en el programa del presidente Miguel De la Madrid, y que fue uno de sus puntos más atractivos.
“Si algo puede unir a los mexicanos, es precisamente esta idea. Cierto, es una tarea que, de llevarse a cabo, requerirá los esfuerzos de dos generaciones. No importa: éste es el momento propicio para comenzarla. Si el presidente De la Madrid que se ha mostrado valeroso y sobrio ante el desastre, comienza de verdad a descentralizar, merecerá nuestra gratitud y la de nuestros descendientes. Al impulso centralista que ha animado nuestra vida social desde la época prehispánica debe suceder otro, hacia afuera, centrífugo, al encuentro de la provincia”.
Así, Paz escribió: “Los gobiernos revolucionarios y posrevolucionarios han seguido la misma política de concentración de poder. Esto ha sido fatal, porque en la provincia de México duermen muchas fuerzas que debemos despertar. Ese despertar, por lo demás, está escrito en el proceso histórico mismo de nuestra nación. La provincia está destinada a ser en el porvenir inmediato, como lo fue varias veces en el pasado, un protagonista central en la vida del país. Lo que no sabemos es si ese despertar será un desgarramiento, el comienzo de una rebelión en contra del centro, como a veces se manifiesta ya en el Norte, o si será una conjunción. La descentralización conjurará los peligros de un cisma o, peor aún, los de una escisión. Es una empresa larga, como todas las que cuentan en la historia. También es una empresa impostergable”.
Dejé tal cual lo escrito por Octavio Paz, primero por respeto a su memoria y segundo, porque su visión 32 años después es clara: la Ciudad de México no aguanta más el peso de su estructura inmobiliaria y de los miles de millones de personas que aquí vivimos, así como de su población flotante que viene a estudiar y a trabajar. En ese entonces, Miguel De la Madrid se quedó en el intento. ¿Qué hará Enrique Peña ante el aullido de dolor que está manifestando nuestra capital?
Creo, sin temor a equivocarme, que muchos de nosotros hemos pensado alguna vez en por qué está en la Ciudad de México la Secretaría de Marina, cuando debería ubicarse en el puerto de Veracruz por la importancia en la historia de nuestro país. La Secretaría de Agricultura es otra dependencia federal que no tiene por qué invadir cuadras de asfalto cuando hay estados en los que la actividad agrícola y ganadera es el sustento de sus habitantes. Y así podría enumerar otras instituciones que nos ahogan con sus grandes edificios y burocracia.
El proyecto fallido de descentralización de Miguel de la Madrid no tiene más respuesta que una sencilla palabra pero profunda en su malignidad: Corrupción. Desde aquí el gobierno federal maneja a su antojo los presupuestos de cada Secretaría para concretar sus fines políticos. Una prueba de ello es el crecimiento desmesurado y cruel de pueblos y barrios de indígenas que se han refugiado en esta Ciudad porque en sus entidades de origen no tienen ninguna oportunidad de una mejor vida.
Otra muestra del poder de la corrupción está en el estirón habitacional y comercial de los últimos años, donde el negocio de las inmobiliarias ha ido de la mano con las autoridades federal, local y municipal que los han hecho multimillonarios pero, también, responsables directas de la muerte de más de 360 personas, 19 de ellas niños y niñas, que quedaron atrapadas entre los escombros de un inmueble mal hecho.
¡Ya basta! La Ciudad de México está al borde del colapso, no puede cargar más edificios lujosos, habitacionales y grandes comercios. Se debe detener la migración poblacional e incluso, como lo sugiriera nuestro gran escritor Octavio Paz: voltear a ver la provincia, dotarla de oportunidades y regresarles a sus hijos que en diversos éxodos han llegado hasta aquí para sufrir.
Ojalá que este sismo mantenga el despertar colectivo de nuestra consciencia y no agachemos la cabeza de nuevo.
Elena Chávez. Estudió periodismo en la universidad Carlos Septién García. Ha escrito los libros “Ángeles Abandonados” y “Elisa, el diagnóstico final”. Reportera en diversos diarios como Excélsior, Ovaciones, UnomásUno; cubrió diferentes fuentes de información. Servidora Pública en el Gobierno del Distrito Federal y Diputada Constituyente externa por el PRD.