Es una ex jefa de gobierno que anda en el Metro y que afrontó la tristeza de dejar su cargo con paseos en bicicleta.
Feminista, madre de dos jóvenes, con 50 años de edad y desde hace un año directora de la ONG Save The Children, Helle Thorning-Schmidt considera que a estas alturas no deberíamos poner en duda lo evidente: en la política, a las mujeres se les juzga de manera más dura.
Gracias a una entrevista publicada este mayo en la revista El País, supimos a qué se dedica la ex jefa de Gobierno de Dinamarca, protagonista de la selfie con David Cameron y Barack Obama en el funeral de Nelson Mandela y que dio la vuelta al mundo en 2013.
Las preguntas de la periodista española Cristina Galindo a Helle Thorning-Schmidt encontraron respuestas formidables, reveladoras y honestas sobre las dificultades de las mujeres en responsabilidades de poder.
“¿Cree que se le ha criticado más por ser mujer?”, preguntó nuestra colega.
La ex jefa de gobierno danés planteó: “Las mujeres en política, incluso al más alto nivel, son tratadas de forma diferente. No hay duda. A Hillary Clinton o Angela Merkel. Yo lo fui, ciertamente”.
Al describir ese trato, la ahora impulsora de acciones a favor de la niñez, detalló: “Las mujeres tienen que cumplir una serie de calificaciones en un espectro mucho más amplio y, claro, hay más posibilidades de fallar. Hay un mayor riesgo de fracasar”.
Para Helle Thorning-Schmidt, con estudios en Ciencia Política, a las mujeres “siempre se nos pregunta cómo conciliamos familia y trabajo. Si somos buenas madres”.
Y no tuvo empacho en admitir: “Pienso que se nos juzga de forma más dura. Lo único que podemos hacer es trabajar lo mejor posible cada día, lo que no está mal porque incrementa nuestro rendimiento. Pero no creo que nadie dude ya que a una mujer se la juzga de forma más dura. Cuando fallamos se nos juzga más duramente”.
Me encantó esta reflexión en una política de uno de los países más desarrollados, con tradición en eso que llamamos el Estado de Bienestar.
No se trata de victimizarnos por la condición de género, sino de reconocer que el piso sigue siendo disparejo incluso en las consideraciones sobre el aspecto físico.
La periodista Cristina Galindo le preguntó a la ex jefa de gobierno danés, en esta magnífica entrevista de El País Semanal, sobre su apodo, “Helle Gucci” y si lo consideraba una prueba del maltrato hacia las mujeres en la política.
Ella respondió:
“A los hombres se les ponen motes también, pero son diferentes. Este era claramente sexista. A la gente le encantaba porque pensaban que era muy apropiado. Poner un apodo así es creer que a esa persona solo le interesan los bolsos y no tiene nada más en la cabeza. Es una manera muy efectiva de encasillar a un rival político”.
Recordó que también Angela Merkel recibe comentarios en torno a su aspecto físico. Porque “vayas como vayas, te critican. Que si la longitud de la falda, el bolso, los zapatos… Por eso quiero decir que se nos juzga en un espectro más amplio”.
Eurodiputada, ex presidenta del Partido Socialdemócrata, Jefa de Gobierno de 2011 a 2015, al perder las elecciones con las que buscaba reelegirse, resolvió dar un giro, luego de una carrera política de dos décadas.
“En las elecciones de 2015 fuimos el partido más votado, pero no lo suficiente para gobernar y tuve que decidir si quería quedarme en política, como líder de la oposición y ganar las siguientes elecciones, que probablemente podría [ríe], o hacer algo diferente con mi vida. Opté por lo segundo”, contó en la entrevista de El País Semanal.
Gocé mucho este texto por la autenticidad de las reflexiones, alejadas de poses y falsas alegrías eternas.
Por el contrario, la ex jefa de Gobierno en Dinamarca confesó su alicaído ánimo al abandonar el cargo.
“Cuando dejas todo eso es normal sentirse muy vacía. Lo primero que hice fue arreglar la bicicleta y salir a pasear por Copenhague”, reseñó.
Un momento muy emotivo de la entrevista es cuando Helle Thorning-Schmidt habla de la importancia de la vida doméstica.
“Ocuparse de esas cosas cotidianas también es importante. Lavar la ropa, hacer cola en la frutería, coger el autobús a veces… Hacer cosas normales es muy saludable para un político, para cualquier persona. Cuando estoy en casa, estoy con mi familia. Para mis hijas no era primera ministra, solo mamá. Ellas no necesitan a una primera ministra”.
Sí, para todas las mujeres, –incluidas las de la sociedad que se asume como una de las más felices del planeta— los pendientes de la casa siempre nos aterriza y el ojo crítico se endurece cuando de evaluarnos se trata.
*La entrevista completa: http://bit.ly/2rHcHG6