La elección de gobernador del estado de México es una disputa marcada por el factor de género, por varias razones que van más allá del hecho de que dos de sus protagonistas centrales sean candidatas mujeres.
Así que en ésta y en las próximas dos entregas de nuestra columna analizaremos el peso que el tema tiene en una contienda que, además, es considerada como la gran aduana en el camino hacia la competencia presidencial de 2018.
Comencemos con la maestra Delfina Gómez, abanderada del partido Movimiento de Renovación Nacional (Morena) y, según las encuestas, quien está pisándole los talones al abanderado del PRI, Alfredo del Mazo.
Hay un motivo adicional para pensar que la ex presidenta municipal de Texcoco se encuentra en el ánimo del electorado mexiquense: el pasado martes fue el blanco de los ataques del priista en el segundo debate entre aspirantes a suceder a Eruviel Ávila.
Del Mazo señaló que el triunfo de Delfina podría implicar la salida de inversiones de la entidad y la descalificó por carecer –dijo– de experiencia.
El ex alcalde de Huixquilucan alegó que dejar la entidad en manos de alguien sin trayectoria implicaría un retroceso para el Edomex y que éste podría darse si el voto era motivado por el enojo social.
Más claro ni el agua: el priismo ha recurrido a la estrategia de equiparar al adversario con una potencial desestabilización.
Como parte de ese llamado del partido gobernante a la continuidad, se ha difundido la narrativa de que la maestra Delfina carece de voluntad propia y que es un instrumento, un invento del líder y presidenciable de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Pero en el terreno de la campaña, en el día con día, la candidata que hace seis años apenas era directora de una escuela primaria pública, muestra las tablas de una política de a pie.
Se trata de un personaje auténtico, que en ningún momento deja de ser la maestra que durante 35 construyó una carrera magisterial y un prestigio social en Texcoco.
Cuando era diputada federal de Morena, en la actual legislatura, Delfina Gómez llegaba en pesero a San Lázaro y hasta antes de convertirse en candidata, iba cada sábado al mercado a las compras de la semana.
Conocida entre sus vecinos por su tradición como protectora de perros y gatos de la calle, la maestra centró su proselitismo cotidiano en las zonas más marginadas de la entidad.
Delfina sabe conectar con la gente, como lo hacen las profesoras que se vuelven orientadoras de sus comunidades como líderes de una escuela.
Ajena ciento por ciento al botox y a las asesorías de imagen, sin la parafernalia del séquito de ayudantes tan común en la política mexicana, la candidata de Morena puede ser la mujer que concrete la esperada alternancia en el Edomex, después de 90 años de gobierno priista.
¿Logrará encarnar esta mujer de origen humilde el ímpetu de cambio de los mexiquenses? ¿O se quedará en el intento y una vez más escucharemos el discurso de que en esa entidad no estaban preparados para que los gobernara una mujer?
El 4 de junio sabremos hasta dónde y cómo pesó el factor de género en el estado de México…