Y milagrosamente, en un Sábado Santo –nombre que algunas denominaciones cristianas dan al Sábado de Gloria–, en vísperas del domingo de Resurrección, el gobierno mexicano a través de la Procuraduría General de la República y de su Embajada en Guatemala, de manera verbal (así dicen las autoridades guatemaltecas), reactivó o resucitó el interés del gobierno mexicano por detener –ahora sí– al ex gobernador de Veracruz, y se puso en contacto con las autoridades guatemaltecas, para ir por Duarte a un hotel turístico de no fácil acceso y menos de noche.
El lago, al igual que los hoteles en la región que se encontraba, están enclavados en una especie de hoyo rodeado de varios volcanes, al cual se accede después de más de media hora de curvas y/o en su caso aterrizando en un helipuerto.
El Sábado Santo queda para los católicos más como un día de espera, expectante por la gran celebración que tendrá lugar unas horas más tarde. Todo indica que el gobierno mexicano deseaba terminar la Semana Santa conmemorando el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, y esperar el momento de la Resurrección, también de su popularidad ante el electorado, a manera de celebración, aún a costa de un descenso al abismo, como lo marca la fe católica. Simulado en el descenso de las autoridades guatemaltecas también a Panajachel a petición de sus pares mexicanos, para detener al hoy repudiado Javier Duarte, otrora ejemplo de la nueva generación de jóvenes gobernadores priistas.
¿Y en verdad los priistas creen que con la aprehensión de Duarte el sábado de gloria, pasaron de la muerte a la resurrección política?
El partido tricolor busca, al igual que en la fe católica, renovar sus promesas bautismales y purificarse.
Los jaloneos por el control del INEGI
Y después de ver los jaloneos para lograr imponer a Paloma Merodio como la nueva vicepresidenta del INEGI, aún con todo y la exhibida que se dio de su currícula y de que el Senado de la República hizo mutis y fingió sordera, y como siempre, acató la línea del Ejecutivo, confirmando una vez más su nula separación de poderes –como ha sucedido ya en varios nombramientos de diversa índole– en donde la ley marca la participación de ese Senado simulador, valdría la pena preguntarse:
¿De quién realmente era candidata la señora Merodio para imponerla con calzador pese al desgaste mediático?
¿Por qué tanto interés de insertar en el INEGI a esa persona y no a otra, será para la recuperación del control del manejo de las cifras?
¿Será cierto, como dicen los rumores, que el grupo de los actuarios dueños de encuestadoras ya se convirtió en una famiglia tipo italiana, un poco incontrolable?
¿Será cierto que el fuego contra Merodio, el ruido y la agitación de las aguas, fue fuego amigo, emanado y promovido desde de las propias filas del INEGI para buscar no soltar ni un milímetro de parcela?
¿Quién tiene realmente el control del INEGI y del manejo de las cifras, los que están al mando en la estructura o los que orgánicamente les proporcionan los recursos?
¿Guerra de fuercitas? Grillas van, grillas vienen.
Tenía que ser mujer
Delfina Gómez, candidata de Morena al gobierno del Estado de México, se atrevió a presentar una denuncia por violencia de género en contra el presidente del PRI, Enrique Ochoa; del presidente del PAN, Ricardo Anaya y Felipe Calderón, ex presidente de México, solicitando al INE medidas cautelares para el cese de la campaña de discriminación. En pleno siglo XXI, las mujeres creíamos erradicados los clubs de Toby y la misoginia disfrazada, pero no.
Cartelera semanal:
Los ex gobernadores / Los indeseables
De los caza fantasmas a los caza-gobernadores
De ¿Y dónde está el policía? a ¿Y dónde está el ex gobernador?
De Héroes de ocasión a Fugitivos de ocasión
Paloma Ruiz. Comunicóloga por la UNAM, con especialidad en Marketing por la Universidad de Berkeley. Ha combinado a lo largo de su vida profesional el análisis político en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales, con el diseño de estrategias de comunicación y las relaciones públicas. Amante del mar y el buceo.