El gasolinazo estaba programado para 2018 pero, en un acto de poder, decidieron hacerlo 365 días antes.
Si 2016 ha sido un año turbulento, no podemos esperar que 2017 sea menos complicado.
La falta de optimismo no es generado por el mal humor social que invade a México desde hace unos años, sino por las nuevas medidas que el gobierno mexicano implementa para poder subsistir, a costa de la ciudadanía.
Ayer martes se anunció el primer incremento al precio de las gasolinas, ajuste le llaman y nosotros lo referimos como “Gasolinazo”.
En la Ciudad de México y los municipios conurbados del Estado de México, la gasolina Premium, la que dicen es menos contaminante, tendrá un costo de más de 18 pesos el litro.
Atrás quedó la promesa de los promotores de la Reforma Energética de que una vez aprobada, los precios de los combustibles al consumidor se verían reflejados en el bienestar de la economía familiar. No ha sido así. Mientras el gobierno tiene más recursos, la población padece empobrecimiento por mantener a un Estado obeso y lleno de privilegios.
El salario mínimo será de 80 pesos y 4 centavos a partir del primer día de 2017. Eso, decían algunos analistas, yo creo que en son de broma, incrementaría el poder adquisitivo de la clase trabajadora.
Ese incremento quedó reducido a nada con la subida de las gasolinas, que estaba programada para el 2018 pero los señores del gobierno, en un Acto de Poder, decidieron hacerlo 365 días antes.
Nos dicen que es histórico el mecanismo por el cual ahora se fija el precio de gasolinas en México y que el incremento, que está íntimamente relacionado con el precio internacional del petróleo, lo fijará el mercado.
Atrás queda el tiempo en que las gasolinas, en un país que fue productor de petróleo, quedan fuera del control del Estado.
El impacto inflacionario que tendrá el incremento se verá reflejado en poco tiempo en el costo del pasaje del transporte público; deberán subir sus tarifas. También se verá en los precios de los productos que a diario compramos pues el diésel será más caro para los transportistas que, con todo y sus dobles remolques, no perderán ni un centavo que les signifique el alza.
¿Quién gana? Sólo hay un agente en esto que puede decir que tiene una ganancia con las nuevas reglas y ese es el gobierno, pues con esta fluctuación diaria del precio de las gasolinas verá cómo le llegan más y más recursos, esos que mal administra y mal gasta.
Si en 2016 nos fue mal, en 2017 las alzas en precios, la carencia de insumos y la inflación serán pagadas por la población.
Para los políticos habrá jauja: vienen elecciones en Coahuila, Nayarit y el estado de México. Para las campañas habrá millones y millones de pesos. Ahí, en ese sector de la población no se resiente ni de cerca la problemática de la gente.
Muchos quieren que ya termine el 16. A ponerse armadura porque el 17 será más complicado y violento.