El PRI celebró su Consejo Político Nacional; será el que decida los mecanismos para la selección de su candidato.
Música, porras, aplausos, saludos, 30 minutos de selfies presidenciales, sonrisas, gritos, empujones para tomarse la foto, y otra vez sonrisas. Así fue el VI Consejo Político Nacional Priista, un consejo mermado, con más parafernalia que acciones contundentes, ¡Qué digo acciones!, con anuncios que desmarcaran al PRI de la corrupción y de la adversidad que enfrentan.
El Partido Revolucionario Institucional y el Presidente Enrique Peña Nieto se encuentran en los peores momentos de su historia; vienen de perder 7 de 12 gubernaturas en las últimas elecciones; varios de sus ex gobernadores están acusados de corrupción, dos de ellos prófugos de la justicia; los niveles de inseguridad en varios estados del país aumentan de manera dramática; los pronósticos de crecimiento económico cada vez se reducen más y, por si fuera poco, el enemigo número uno de México ganó la elecciones en los Estados Unidos.
Los priistas están nerviosos y no es para más. En las tres elecciones para gobernador en puerta y las presidenciales del 2018, las encuestas los ubican en tercer lugar. Tienen que luchar contra ellos mismos, contra la imagen de corrupción que cargan, contra lo que hayan hecho los gobernadores salientes, contra los candidatos de oposición sólidos y contra la receta ya probada por la oposición, las alianzas.
No sé si preparándose para ello o como mero trámite de una nueva administración de la dirigencia priista, en el VI Consejo, 250 consejeros entre ellos secretarios de estado, gobernadores, legisladores y dirigentes sindicales rindieron protesta ante el primer priista del país, el presidente Peña.
De manera que quedó integrado el Consejo Político Nacional que definirá al candidato presidencial del Revolucionario institucional para el 2018. Y no creo que haya sido casualidad. Vea usted quiénes lo integran:
Luis Videgaray, ex secretario de Hacienda; los secretarios de Educación Pública, Economía, Salud, Comunicaciones y Transportes, Relaciones Exteriores, Gobernación, Agricultura, Trabajo y el polémico secretario de Desarrollo Social. ¿No fue muy evidente? Tener todo el control a la hora de definir candidato en el proceso electoral, con los priistas más cercanos.
Pero eso no fue todo, el peor lastre que cargan los priistas, la corrupción, fue uno de los temas que abordaron pero con más deseos que con acciones contundentes. No hubo un deslinde directo con nombres y apellidos, ni señalamientos a los de casa que traen cola larga. Esa sí hubiera sido una buena señal.
¿Cómo como darles, siquiera el beneficio de la duda? La burra no era arisca. Consejeros como Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, quien estuvo detenido en España por presunto lavado de dinero y quien dejó al estado endeudado. O los líderes sindicales Carlos Romero Deschamps y Víctor Flores. O exgobernadores como José Murat, son sólo algunos de los personajes “destacados” dentro del CPN.
El presidente en lo suyo, como ya es costumbre y como si siguiera en campaña: correr por los recintos, saltarse vallas y poner en aprietos a los del Estado Mayor Presidencial; escalar vallas, pararse en lo alto y saludar de mano a los asistentes en las gradas, correr por todos lados y tomarse selfies, terminar sudado, besuqueado, pero según él, estar cerca de las masas que aún lo ven como su líder. Sobre todo a los institucionales que ahí estuvieron, obligados, a asistir con vestimenta de color rojo o blanco.
Después del show y de obsequiar una foto o selfie a los asistentes, el presidente advirtió a los de adelante, a los priistas de la primera fila, a los que tienen trato preferencial, que estuvieran tranquilos, que nadie se moviera, que “primero el plan y luego el candidato”.
E insistió “primero el programa, luego el candidato”.
Lo que quizá no le han dicho al presidente es que varios suspirantes ya están elaborando su plan. Si no pregúntele a Osorio, Beltrones, Nuño, Calzada, incluso, Narro y sin duda, sonará a vacilada, pero para eso tiene a sus amigos y compadres Miranda y Videgaray.
Con las endorfinas arriba después de correr, saltar y subir vallas, el presidente fue enfático en decir que ganarán las elecciones del 2018.
“Vamos por todo para ganar. Rendirse va en contra de nuestro código militante. Este es el tiempo de demostrar de qué está hecho el PRI; avanzar con firmeza hacia adelante”.
Un ejército priista, como les dijo Peña, que saldrá a las calles, para convencer a los electores.
Es ahí donde me resulta difícil creer en el discurso del presidente. En este momento tienen todo en contra, de hecho parecería que la tienen perdida, a pesar de lo famélicas que están las caballadas de oposición, pero, pues, ya nada es seguro. Nos ha tocado ver elecciones que nos han dejado boquiabiertos.
Ahora sí que como dijo el maestro: “está por verse”.