“El techo de cristal además de ser altísimo, es durísimo”, Hillary Clinton.
El pasado 8 de noviembre se llevaron a cabo en Estado Unidos las elecciones para la presidencia. Seguramente para muchas mujeres esta fecha significaba la posibilidad de hacer realidad los valores democráticos de igualdad entre hombre y mujeres. Fue una noche de esperanza, pero la posibilidad de que la Casa Blanca recibiera por primera vez en su historia una mujer elegida a través del sufragio democrático se desvaneció con el paso de las horas. Hoy sabemos que la mujer que arribará a la Casa Blanca lo hará en condición de primera dama.
¿Acaso sigue siendo una ficción la igualdad y equidad de género en las naciones democráticas?
Hillary Clinton, tras su derrota en las elecciones presidenciales dirigió un discurso donde además de dar gracias, dedicaba algunos fragmentos a las mujeres y niñas. “Yo sé que aún no hemos roto ese techo de cristal tan alto, pero algún día alguien lo hará, y espero que lo hagan más pronto de lo que pudiéramos pensar. A todas las niñas y jovencitas que estén viendo estos momentos, jamás duden que son valiosas y poderosas, y que merecen todas las oportunidades del mundo para poder perseguir sus propios sueños”.
No es la primera vez que Hillary Clinton hace referencia al techo de cristal, término acuñado por los estudios de género para referirse a las limitaciones invisibles que tenemos las mujeres en el ámbito laboral. Ya en otro momento lo mencionaba, en 2008 cuando aceptó retirarse de su carrera hacia la presidencia y declinar a favor de Barack Obama refería: “el techo de cristal además de ser altísimo, es durísimo”.
¿Cuáles han sido los avances de las mujeres en materia de derechos políticos? ¿Es posible una democracia con una participación desigual e inequitativa entre ciudadanas y ciudadanos?
Si consideramos como punto de partida que los hombres y las mujeres gozan de condiciones de igualdad en estados Democráticos, esto les da derecho a votar, a ser elegibles en un puesto de representación y a participar en la formulación y ejecución de políticas gubernamentales. Un sistema democrático entonces implica, en el sentido más simple, que el gobierno radica en la soberanía del pueblo y donde todos sus ciudadanos tienen los mismos derechos a participar activamente.
Sin embargo, aún existen saldos pendientes en la democracia. La práctica de los derechos políticos de las mujeres se sigue suscribiendo mayoritariamente al ejercicio del voto, y en algunos casos a candidaturas a puestos de representación.
Sin duda los números han ido cambiando en los últimos años, hemos visto figurar a mujeres en puestos de representación, pero generalmente están a nivel parlamentario. De acuerdo a cifras presentadas por la ONU, en 2016 el 22% de los parlamentarios nacionales son mujeres. Esta cifra se ha ido incrementando en los últimos años, sólo dos países en el mundo han logrado el 50% o más de mujeres en el parlamento; Bolivia con un 53% y Ruanda con un 63%.
El acceso de las mujeres a nivel parlamentario no es un logro menor, pues la participación de las mujeres es relevante por la posibilidad de influir en la agenda política, pero debemos de tener claro que este no es el nivel más alto.
También se han visto cambios significativos con relación a los puestos que en política han sido ocupados por parte de las mujeres, esta tendencia marca que hoy la mujer ha conquistado carteras ministeriales, el 17% de estos cargos afirma la ONU fueron conquistados en el 2015. Aun cuando las mujeres predominan en carteras blandas, Educación o Asuntos Sociales, ya se comienza a tener presencia en carteras denominadas “duras”, como Defensa, Relaciones Exteriores.
La construcción de sociedades incluyentes se da a partir de la participación igualitaria a todos los niveles de gobierno, y aún queda el nivel más alto, que hasta ahora difícilmente ha sido conquistado por las mujeres.
Aun cuando existen casos de mujeres que llegan a cargos de presidentes y primeras ministras, el número es bajísimo. En la actualidad sólo 11 mujeres ostentan estos puestos, y este dato sigue dando cuenta de la enorme brecha de género aún pendiente a nivel mundial. El número ha permanecido estancado en los últimos años, aunque vale la pena señalar que la región del mundo que cuenta con el promedio más alto de mujeres en el ejecutivo es América.
Las causas que han obstaculizado la conquista de este peldaño seguramente son diferentes en cada nación, cada sistema democrático deberá de cuestionarse que hacer para fortalecer la participación igualitaria, disminuir la brecha de género y promover sociedades incluyentes.
Teniendo como marco estos números, podríamos replantearnos: ¿Cuáles son las causas que obstaculizaron la llegada de una mujer a la presidencia de Estados Unidos? Es una complicada pregunta, pero llama la atención que en medio de un discurso que promueve los valores y exalta las instituciones democráticas, Hillary señale que el techo no se pudo romper. Esto significa que en una sociedad democrática como la norteamericana aún existen limitaciones como resultado de una cultura patriarcal que continúa frenando y obstaculizando el acceso de las mujeres a cargos.
El techo continúa siendo muy firme, y aun cuando pareciera que se ve el cielo y se está a punto de tocar, es una ficción.
Mayra Rojas es docente en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (Campus Estado de México), en la Universidad Iberoamericana (Cd. de México). Dra. en Ciencias Sociales y Políticas (Universidad Iberoamericana).