Mientras Marudo se pone a bailar salsa, hay venezolanos viven en severa precariedad.
El señor Nicolás Maduro tiene un severo problema de evasión de la realidad: en Twitter recomendó a los venezolanos leer la revista del “Comité Local de Abastecimiento y Producción CLAP –de alimentos-” y recomendó “lelo, discútelo y asúmelo”, refiriéndose a un modelo de producción agrícola. Me encantaría saber su contestación en este momento a cualquiera de los miles de venezolanos que lleva horas formado en una fila del supermercado esperando a que le vendan aunque sea un kilo de arroz para llevárselo a sus hijos.
De inmediato, en Twitter los venezolanos respondieron con varios memes al comentario de Maduro, uno de ellos muestra a una activista de la oposición “en los huesos”, por falta de alimento y la leyenda dedicada a Maduro: “Así está Mari-Cori –esquelética– esperando el CLAP… jajajaja”.
Y es que se ha denunciado que el CLAP sólo beneficia al electorado chavista,; así lo expuso una de las ciudadanas que llegó el 27 de octubre pasado a la Asamblea Nacional, en Caracas, cuando los legisladores de oposición abrieron las puertas del congreso para escuchar las quejas contra el régimen de Maduro.
Ese día se escucharon testimonios dramáticos que dan cuenta de la tragedia que se vive en todo el país, no sólo por el hambre, sino por el estado de precariedad en el que están los hospitales, entre otros temas.
Aquí transcribo un testimonio del 27 de octubre, publicado en el portal “Noticias Venezuela” (noticiasvenezuela.org).
“Susana Álvarez, de la parroquia Caricuao, subió hasta la tribuna de oradores. Explicó que su hijo falleció en el Hospital de Niños J. M. de los Ríos debido a la crisis de salud que existe en el país: Lo más dramático es que ese día fallecieron otros cuatro niños y sólo había una cava. Los cuerpos de los niños debieron compartir una cava”.
La gente está desesperada, la oposición trata de organizar el referéndum revocatorio para sacar a Maduro del poder y el ejército muestra su apoyo incondicional al presidente.
Al pensar en esta coyuntura, recordé lo que vi en Caracas a inicios del 2007, cuando fui a hacer una serie de reportajes. En esos días me adentré en el barrio de Catia, uno de los más marginales de la capital venezolana, ubicado en uno de los cerros que rodea a la ciudad. Allí platiqué con varias personas que justamente hacían fila para adquirir alimentos en un Mercal -supermercado del Estado-.
Me acuerdo mucho de una señora que me decía feliz que gracias a Hugo Chávez ella y sus hijos podían comer carne de res al menos una vez a la semana, y que sus padres no habían tenido esa fortuna. Venía de varias generaciones de pobreza.
Cuando entré al Mercal me sorprendió la gran cantidad de propaganda chavista en los paquetes de arroz, de pasta y de harina-pan, que usan para cocinar las deliciosas arepas, similares a nuestros sopes, que rellenan de carne mechada, queso o plátano macho.
Pero a pesar de la propaganda en los empaques, había alimentos disponibles para la población más marginada. La administración de Chávez con todas sus limitaciones, había logrado garantizar la alimentación de la población, cosa que no habían hecho los gobiernos anteriores emanados de la derecha.
La gran falla de su gobierno fue basar toda su economía en el petróleo y en lugar de invertir las ganancias en construir infraestructura para asegurar el futuro del país, las usaron para pagar miles de subsidios dirigidos a un electorado chavista cautivo.
Otro error fue nacionalizar toda empresa que le resultara atractiva al desaparecido Chávez, lo que llevó a la quiebra de varios sectores estratégicos para la economía del país.
Y en estos momentos, en lugar de llamar a un gran acuerdo nacional para reparar estas fracturas, Maduro evade la realidad. ¿Y qué hace? Ayer por ejemplo condujo su propio programa de radio “La Hora de la Salsa” ¿Por qué no? Sus asistentes hasta le tomaron fotos bailando en el estudio y las subieron a las redes sociales.
¿No es hora de que el señor Maduro se tome las cosas en serio y empiece a pensar en la gente? Antes de que más venezolanos mueran a causa del hambre o la ineficiencia del sistema de salud.