Varios integrantes del CEU son hoy personajes destacados de la vida pública.
Este 30 de octubre se cumplen 30 años de la formación del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), al que feliz y orgullosamente pertenecimos.
Fue el movimiento que en la UNAM paró el intento gubernamental de establecer el cobro de cuotas y eliminar el pase automático.
Inició entonces, en el año de 1986, el camino de la transición política de México cuando líderes estudiantiles y autoridades universitarias, bajo el mando del rector Jorge Carpizo, protagonizaron un diálogo público.
Después de una huelga que marcó a nuestra generación, el gobierno aceptó dirimir sus propuestas en un Congreso Universitario.
En lo personal, viví con intensidad la experiencia del que sería mi oficio, al ser parte de un periódico estudiantil que se llamó Conciencias Políticas.
De aquella coyuntura surgió la base intelectual y juvenil que empujaría, posteriormente, la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, antecedente de la creación del PRD.
Aquellos muchachos que entonces aprendimos a valorar la fuerza de la organización y la contrapropuesta, también rompimos con la idea de que salir a las calles era sinónimo de enfrentamiento y represión.
Marchamos y llenamos el zócalo con la expectativa de un tiempo nuevo donde la voz de la gente fuera escuchada.
Por supuesto que la alternancia democrática se ha tropezado con la corrupción y la falta de transparencia.
Pero estas rémoras que afectan a la vida pública no impiden que hoy celebremos el haber sido y ser por siempre ceuístas.
En lo particular, fuimos incluso más audaces al pertenecer al ala dialoguista y moderada del movimiento, bajo las siglas de la Corriente Reformista Universitaria.
Al margen de las diferencias que entonces nos confrontaron en el debate, hoy celebro haber sido parte de esa generación que supo preservar el carácter público de nuestra Universidad.
Abrazos para todos bajo el grito de las marchas de hace tres décadas: ceuístas del mundo, uníos.