La decisión de ser madre, socialmente es vista como una obligación de las mujeres.
La mujer como madre, como ama de casa, como pilar de un hogar lleno de hijos y nietos. Esta imagen es repetida hasta el cansancio en películas, novelas, series de televisión y programas de drama o comedia, entre otros. Es, al parecer, como socialmente se visualiza a la mujer: siendo madre. Aunque suene anticuado en un mundo en el que la mujer se ha insertado en el mundo laboral de manera vertiginosa, la faceta maternal se considera todavía una función inherente a la identidad femenina.
En el 2013, la revista Time dedicó su portada a un importante dilema: ¿es igual ser mujer que ser mamá? Y se refirió a un estudio realizado en 2010 por el Pew Research Center, que demostró que en todas las razas y poblaciones ha bajado la tasa de fertilidad. Un resultado previsible, considerando que con el paso de los años a muchas mujeres se les ha permitido decir que no a la maternidad (aunado a la accesibilidad a métodos anticonceptivos y la independencia económica de muchas mujeres).
Sin embargo, esto no implica que socialmente sea aceptada esta negativa. Al sector de la población femenina que ha roto con la obligación social de convertirse en mamás se les denomina con la locución anglosajona NoMo: No Mother (No madres).
“Algunas mujeres están desesperadas por tener hijos y otras están desesperadas por no tenerlos”. Esta frase fue utilizada por la BBC el año pasado en el marco de la temporada especial “100 mujeres”, donde mujeres que decidieron no tener hijos explican el porqué de su decisión.
“La maternidad es una de las facetas femeninas en las que más presión ejercen sobre la mujer las expectativas sociales”, dice Louise Morrissey, de Ipsos España, en una entrevista. “¿A qué mujer de más de 30 años no le han preguntado cuándo piensa tener hijos?”, reflexiona Morrisey sobre un cuestionamiento que no ocurre con los hombres.
“Egoísta, es una moda, ya te darán ganas, ¿quién va a ver por ti de vieja? (como si los hijos fuesen una inversión a largo plazo)”, es lo menos que se suele escuchar.
Yo misma, en el contexto laboral, he tenido que lidiar con cierta percepción –compartida por otras mujeres– de que es mayor o más meritorio el esfuerzo que hacen las mujeres madres que el de las que no lo son. En una discusión incluso se me dijo que no debía yo ponerme como mujer modelo hasta que me atreviera (como si fuera un asunto de miedo o de retos) a tener hijos. No fue una charla que me molestara en lo personal, pero sí me hizo pensar cuán arraigados están los prejuicios contra quienes simplemente toman una decisión en función de su voluntad soberana y nada más.
Kim Cattrall, de 60 años, quien personificó a Samantha en la saga “Sex and the City”, dijo en una entrevista: “Me di cuenta de que la maternidad es una gran presión, pero externa”. No pudo expresarlo mejor.
Hay algo que debe quedar claro: El hecho de estar en posibilidades físicas de ser madre, no nos obliga a ello. Es una decisión que debe quedar inscrita en el ámbito de lo personal. Somos seres libres en pleno ejercicio de nuestros derechos, los cuales abarcan los reproductivos. Nacemos sin una misión predeteminada y la posibilidad de desarrollarnos a plenitud comienza con la capacidad de elegir en libertad nuestras metas y ambiciones. Y en ese marco de libertad, siempre está abierta la posibilidad a decir: No, yo no quiero ser madre y no me siento culpable por ello.
Saraí Aguilar | @saraiarriozola
Es coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe en Monterrey, Nuevo León. Maestra en Artes con especialidad en Difusión Cultural y candidata a doctora en Educación.