“No por ser policía deja de ser mujer y verse guapa”.
“La gente dice que todos los policías somos analfabetas y nacos”.
María Guadalupe Custodio García, es una mujer policía que está por terminar el cuarto semestre en criminología.
“Muchos piensan que somos unos huevones, corruptos y sin educación, pero no se detienen a investigar un poco más sobre quiénes somos en realidad. Dicen que si ven a un ratero y a un policía, mejor le piden ayuda al ratero. No nos ven como personas. Pero cuando necesitan la ayuda, ahí estamos. Ahora con éstas nuevas leyes del sistema penal acusatorio, los policías no tenemos garantías, no hay derechos humanos para nosotros”.
Lupita Custodio (qué apellido más perfecto para su destino de vida) me dice todo esto, mientras hace recuento de las cosas que han pasado en su vida en los últimos años.
Su vocación por la paz y la justicia social, la llevaron a la academia de policía. Es su sueño, su anhelo y compromiso. Limpiar el país, la ciudad, la colonia, erradicar a los delincuentes. Quiere que sus hijos vivan en un lugar más seguro y más digno.
“Es muy difícil lo que hago, como verás, pero amo mi trabajo por todas las satisfacciones. Es muy agradable cuando valoran tu trabajo. Mi hija termino una carrera universitaria y mi hijo entró apenas a la Universidad”.
Lupita es parte de un grupo de choque en manifestaciones, desalojos, ambulantaje.
Ha sido víctima de violencia física y verbal. Le han metido la mano hasta donde no se debe… la han escupido, empujado, golpeado, insultado, humillado; le han gritado puerca, sucia, vendida, “eres prole, ¡maldita!”.
Lupita se ha perdido de festivales de escuela de sus hijos. Para ella no hay celebraciones de ningún tipo, tiene jornadas de 24 horas sin descansar, sin comer, y siempre –literal– al pie del cañón.
Lupita se despide de sus hijos todas las mañanas, pero no sabe si volverá a ver sus caritas amorosas. Sus hijos saben el riesgo que corre su mamá y la bendicen y la esperan pacientes a que vuelva cansada por la noche.
“No todas las mujeres policías somos lesbianas. La gente piensa que porque andamos armadas y en botas, nos gusta ser marimachas. No, yo estoy aquí porque creo en la verdad, en la justicia, en la ley. Tenemos una Constitución, y hay que hacerla respetar. Mis compañeros policías también nos hacen pasar malos ratos. Porque somos mujeres, creen que no podemos o que no debemos estar trabajando junto a ellos. Hay mucho acoso sexual, hay mucha misoginia, y hay muy poco respeto. No son todos, hay algunos que no dicen ni hacen nada, pero son más los que nos quieren `dar una lección`. Sin duda, nos defendemos del enemigo en la calle y en los vestidores”.
La próxima vez que usted insulte, ofenda o intente golpear a una mujer policía, recuerde que es hija, madre, hermana, abuela, tía, vecina y sobre todo, un ser humano que cumple con su trabajo. Que también tiene una familia que la espera, también tiene sueños y ganas de irse a una playa, a un bosque o solamente al silencio de su habitación. Nuestras casas, nuestras calles, nuestros entornos, están protegidos por ellas: La policía de la que tanto nos quejamos, pero de la que siempre necesitamos.
Lupita Custodio abrocha su camisa, abre un espejo y se pone ‘rimmel’, porque es una policía pero no deja de ser mujer. Y siempre tiene que verse guapa.
Raúl Piña es egresado de Ciencias de la Comunicación (UNAM). Extrovertido, el mejor contador de chistes y amante de las conversaciones largas. Fiel a su familia, de la que adopta honor, valor y mucho corazón. Vive en Toronto, Canadá, desde hace 20 años, pero sus raíces sin duda son 100% mexicanas. Escribe como le nace y como dijo Ana Karenina: “Ha tratado de vivir su vida sin herir a nadie”.
