Los políticos mexicanos se allanan un camino de exclusividad perpetua.
Ojalá los políticos mexicanos se sintieran Los Intocables (The Untouchables), pero por razones como las de los policías comandados por el legendario Eliott Ness, agente federal que llega a Chicago en los años 20 para combatir el tráfico y mercado negro del alcohol, durante la época de la Ley Seca, y no por la razones de soberbia política e impunidad que les hace creer a muchos de ellos y ellas que son Los Intocables, incurran en las faltas que sean.
Y si no, ¿cómo entender, por ejemplo, el desdén por los medios de comunicación, específicamente hacia los periódicos impresos y darles solamente la utilidad de matamoscas y lustradores de cristales, en una postura de defensa a un gobernador ampliamente señalado por ineficiencias y presuntas faltas en su gobierno?
Es como escucharlos decir a unos y a otros que no pasa nada, que no hay nada de qué preocuparse, al fin que son Los Intocables, y ver cómo entre ellos se diagnostican ausencias de dolencias políticas, pero eso sí, se recetan ellos mismos vitaminas, altas dosis de impunidad en tratamientos prolongados, una cápsula por la mañana, una por la tarde y otra después de la cena. Y se prescriben dichas recetas el tiempo necesario para asegurar su calidad de Intocables.
Rossana Fuentes Berain, en su ensayo Prensa y poder político en México -2001- expresaba: “Tres décadas enteras la prensa escrita mexicana no fue un contrapoder fue un instrumento más del poder, que lo ayudaba a cabalidad a cumplir con la tercera dimensión de Lukes: la legitimización, en este caso, de la agenda priísta”.
Más de una década después, como si el reloj político de este país se detuviera cuando el partido tricolor se encuentra en el poder, estas palabras cobran vigencia.
¿Seguirán creyendo los señores y señoras del gobierno que la prensa es y será forever and ever (por siempre y para siempre) un instrumento para matar moscas y limpiar vidrios, en el sentido figurado, políticamente hablando?
Ojalá la historia de este México se pareciera a la del famoso e incorruptible Eliott Ness que: “En una noche, descorazonado, conoce a un veterano patrullero, Jim Malone, y descubre que este irlandés es el único hombre honesto que ha encontrado. Malone pronto comienza a ayudar a Ness, reclutando a una serie de personajes intocables por la corrupción”.
¿Existirá un Eliot Ness en México, capaz de conformar un grupo de incorruptibles, especie de políticos, seguramente casi en extinción en este país, para combatir la impunidad?
Nuevos títulos cinematográficos en la cartelera de esta semana
Las moscas muertas… ¡ah!, pero los vidrios limpios.
Piratas contra Fakes.
Los entrecomillados han sido plagiados, secuestrados, todavía no piden rescate.
El Chapulín social, defensor de todas las causas contra los enmascarados.
¡Ah, no!, los tapados. Legalmente frívolos.