El chocolate After Eigth aún derrite paladares.
En la década de los 60 la marca británica Roowntree creó un chocolate para consumirse especialmente después de la cena, llamado After Eigth: un cuadrado de crema de menta cubierto con chocolate amargo –crocante por fuera y chicloso por dentro– envuelto en un elegante empaque negro con letras doradas que desde entonces alcanzó mucho éxito entre los ingleses de clase alta.
A finales de los 80 la marca Nestlé compró los derechos del fabricante, masificando con ello su producción y distribución, con lo que se convirtió en un producto común y corriente.
Digamos que ofrecer hoy unos After Eigth al final de una cena formal sería algo pasadísimo de moda y hasta un poco vulgar, aunque a algunos quizás les parecería chic, retro o hasta vintage.
En la página oficial de Nestlé –dominio británico– siguen anunciando este chocolate como antaño: “The perfect end to a meal that your guest will love, or ideal to share with family and friends”. Si usted tiene curiosidad de probarlos, puede conseguirlos vía Amazone por 19 dólares las 6 piezas) (https://www.amazon.com/Nestle-After-Eight-Chocolate-Thins/dp/B005H10FRA).
Aunque el After Eigth no sea más una moda, lo que es innegable es que la combinación de menta y chocolate sigue siendo una inspiración para los chocolateros y reposteros de todo el mundo.
Ambos ingredientes tienen aromas y sabores particulares e intensos que, al juntarse, se convierten en opuestos complementarios. Mientras el chocolate es denso y cálido, la menta es fresca y ligera. Juntos, despiertan los sentidos de una manera armoniosa, dejando un sabor sostenido en la boca. Las notas cálidas del chocolate se depositan en el paladar inferior y la frescura de la menta en el superior.
Debo confesar que por muchos años me negué a comer dulces con esta combinación, pero hoy sé que parte de mi apatía tenía que ver la mala calidad de los productos que yo había probado. Ahora puedo disfrutar de esa barra de la línea Excellence de Lindt, llamada “Mint Intense”, que me como a trocitos por la tarde y que está disponible en cualquier supermercado.
A muchas personas también les gusta mucho el helado de menta y chocolate. Entre los más famosos están el “Mint leaves and chocolate” de Haagen-Dazs y el “Chocolate Peppermint Crunch” de la gringuísima marca Ben and Jerry’s, que ya cuenta con sucursales en nuestro país (http://www.benandjerrys.com.mx).
También los pasteleros realizan creaciones con este dúo, aunque en honor la verdad no existe ningún pastel clásico o emblemático que contenga esta combinación. Los postres al plato son un punto y aparte porque hay mayor rango de creatividad.
Y hablando de esos postres que coronan las cenas, quiero contarles que la semana pasada cené de manera abundante en dos restaurantes de Coyoacán que ya son de mis favoritos por su oferta contundente y calidad en el servicio.
La primera cena fue en La Posta (http://www.restaurantelaposta.com.mx/), donde ordené como entrada una Ensalada Parigi (lechuga francesa, queso de cabra con ceniza, portobello a la parrilla con trufa blanca y crema de balsámico) y como plato principal el Risotti Nero (arroz al dente con tinta de calamar, vino blanco y camarones salteados), acompañados con una botella del Merlot de la casa. Cuando nos trajeron la carta de postres, no quería ni leerla, pero el mesero me dijo: “¿Qué tal un postre ligero como nuestro Mousse de menta con chocolate?”. Y caí.
Me trajeron una copa para helado con un mousse bien aireado de intenso sabor a menta, bañado con salsa de chocolate amargo y rebozado con crema batida y una cereza. Se veía muy “retro”, como los After Eigth pero sabía muy bien. De inmediato me limpió el paladar y aminoró la pesadez del estómago.
A los dos días nos fuimos a cenar a La Pause (http://www.lapausecoyoacan.com/), donde compartí con mi acompañante un Dip de alcahofa (corazones de alcachofa picados con queso parmesano servidos con pan árabe) y de plato fuerte pedí un Chile poblano hojaldrado (relleno de tinga de pollo en salsa de chile ancho a la naranja).
Como podrán imaginar, cuando llegó el tiempo del café, viví la misma escena. El mesero se acercó con una charola de postres al plato y de entre todos, no pude resistirme a la Gota de chocolate amargo con menta: una galleta de pasta brissé con mousse de chocolate amargo, crema de menta y cacao en polvo envuelto en una banda de chocolate amargo, que resultó simplemente espectacular. Tanto la galleta de base como la banda se podían cortar sin problema con la cuchara y las texturas del mousse y la crema se advertían con claridad. Fue el cierre perfecto de la noche.
Al revalorar los efectos digestivos y espirituosos del dúo menta-chocolate tras dos cenas copiosas, concluí que sí puedo ser una persona old fashion dispuesta a tener en mi mesita de noche una lata repleta de After Eigth y dormir como lo hacía la nobleza británica, con una chocolatina bajo la almohada.