Ganó con la bandera anticorrupción
Al verano de las mujeres empoderadas se ha sumado en este arranque de agosto la primera gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, quien ha tenido una victoria contundente en las urnas después de protagonizar una campaña con la promesa de hacer “política limpia”.
De 64 años de edad, la exministra de Defensa y de Medio Ambiente llega al poder de la capital de Japón cuando los preparativos de los Juegos Olímpicos del año 2020 se h an caracterizado por actos de corrupción y escándalo que llevaron a la renuncia a dos de sus antecesores.
La llegada de Yuriko al gobierno de Tokio no podría ser más emblemática para este 2016 caracterizado por el avance de las mujeres en la punta de la pirámide, es decir, en los cargos más relevantes de las naciones del llamado Primer Mundo.
Y es que la gobernadora Koike se agrega a la lista que hasta hace poco abanderaba solitaria la canciller alemana Ángela Merkell.
Pero la mujer más influyente de la Unión Europea no sólo acentuó su fuerza en la crisis migratoria y del Brixit, la salida de Gran Bretaña de ese bloque económico, sino que ahora además se encuentra acompañada por la primera ministra inglesa Theresa May y la presidenta del Congreso Español Ana Pastor.
El verano de las féminas que gobiernan ahora se vuelve más intenso y adrenalítico con la postulación de Hillary Clinton como candidata del Partido Demócrata a la Casa Blanca.
Y es en la cresta de esta tendencia que se agrega Japón con Yuriko, en una señal que parece confírmanos que esta ola es planetaria y plural.
Mas el carácter emblemático de la nueva gobernadora de Tokio va más allá del género. Se trata de una política que encarna dos circunstancias clave en la agenda política global: las candidaturas independientes de la partidocracia y la bandera de la anticorrupción.
Si bien Koike se formó en el Partido Liberal Democráta y éste la llevó dos veces a cargos de ministra, en esta coyuntura se lanzó al margen de las decisiones cupulares.
Con 2.9 millones de votos, la gobernadora dejó en un lejano segundo lugar a su contrincante en una campaña en la que pidió a sus seguidores ponerse de verde, en alusión a la bandera ecológica. Cuentan las crónicas que en sus reuniones hubo quienes se colgaron un brócoli.
Pero no todo fue diversión. Yuriko debió afrontar el desdén de su partido que llamó a votar por otro candidato y las descalificaciones de sus correligionarios. El exgobernador de la capital japonesa, Shintaro Ishihara, azuzó al rechazo de la candidata: “No le podemos dejar Tokio a una mujer con demasiado maquillaje”.
Ajena al patrón tradicional, la gobernadora no tiene hijos ni está casada. Fue presentadora de televisión. Estudió sociología en la Universidad de El Cairo. Habla árabe e inglés.
Y todo parece indicar que la campaña sexista que sus adversarios desataron en su contra se convirtió, paradógicamente, en un factor determinante de su triunfo.
Así que, ojo: aquí, en Japón y en el mundo, la misoginia anda herida.