¿Quedará atrapada en una batalla con un poco o mucho de misoginia?
La hoy flamante candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, Hillary Rodham Clinton, creció con méritos propios, y al igual que, Alicia Florrick de la exitosa serie The Good Wife salió avante en su carrera política al superar el escándalo sexual de su esposo Bill Clinton y la becaria Mónica Lewinsky en 1998, siendo éste el ocupante de la Casa Blanca, evento que estuvo a punto de conducir a Clinton a un impeachment (Destitución).
Mucho se ha escrito sobre Hillary la abogada que sacrificó su carrera en la Law Bar de Whashington para acompañar a su esposo en la gubernatura de Arkansas, y que defendió de manera férrea un nuevo sistema de salud nacional, pero también se le describe con calificativos variados que van desde: “Mujer fría, mujer brillante, mujer oportunista, mujer controladora, mujer ambiciosa” describía Yolanda Monge en El País en 2007.
A 18 años del Monicagate, la sociedad estadounidense parece ya no ser tan benévola con Hillary como lo fue en su momento con la esposa sufrida y abnegada, igual que con Alicia Florrick en su carrera como fiscal, hoy la competencia por la silla presidencial se asemeja más a una batalla sin tregua entre los republicanos de Donald Trump y los demócratas de Clinton y Obama, dispuestos a todo en una guerra en donde poco importa el sexo de los contrincantes o los méritos políticos que si hay en una y no en el otro.
En suspenso queda el capítulo de la elección en los Estados Unidos y el de la posibilidad de la opción de una mujer presidenta. La incógnita es: ¿Hillary Clinton, igual que Alicia Florrick, quedará atrapada en una batalla con un poco o mucho de misoginia o saldrá victoriosa?
Vicente Fox, entre el papel del exorcista y el desmemoriado de Trance
Cuando nos enteramos de los dichos de Vicente Fox expresidente de México refiriéndose a las aspiraciones de la esposa de Felipe Calderón, Fox: “Vomito en cualquiera que mete a la familia en el negocio. Por eso, Calderón no me cae. Lo digo públicamente. Se equivoca en meter a su señora. Es gente que no abandona el poder. Que no puede regresar a disfrutar de una vida privada. Se les queda ese gusanito".
Lo primero que se viene a la mente es el recuerdo de la dramática escena de El Exorcista, en donde Linda Blair expulsa un líquido verde cuando el padre Karras busca sacar al Diablo de su cuerpo. ¿Será que tenemos que invocar urgentemente los servicios de Karras, para que lo que Fox arroje por su boca sirva para auyentar los demonios políticos de lo que parece un diabólico ambiente preelectoral, por lo menos en el lado de la derecha?
Pero Fox no sólo deambula entre el deseo de expulsar los demonios de su cuerpo y de su mente, sino que también parece experimentar una amnensia, como el personaje de Trance de Danny Boyle, pues durante su gobierno vivimos el ejercicio de un presidente movido por las pretensiones personales y ambiciones políticas de la que primero fue su vocera y luego se convirtió en su esposa, en Trance el ladrón de obras de arte, tras un accidente, parece incapaz de recordar dónde ha escondido un lienzo de Goya, y Fox parece poco capaz de recordar dónde quedaron las desmedidas ambiciones de él y su pareja, también reeleccionistas, como las de la pareja Calderón.
¿Exorcismo o trance amnésico ? Tal vez lo único que pretende Vicente Fox es una nominación para obtener algún premio, político, ¡claro!, como en su día la película de El exorcista obtuvo diez nominaciones para los Óscar, como Mejor Película Mejor Película, y siete para los Premios Globo de Oro, y al final va a resultar que igual que El Exorcista obtendrá un premio a la Mejor película de terror.