La realidad de la maternidad prematura al sur de la CDMX
Llama mi atención la cantidad de adolescentes que año con año se embarazan en las colonias Pedregal de Santa Úrsula, Pedregal de Santo Domingo, Adolfo Ruiz Cortines, Huayamilpas y Ajusco, en la delegación Coyoacán. Muchas de ellas, convertidas en madres antes de cumplir los 18 años de edad, como ocurriera con sus propias madres, de tal manera que algunas mujeres de la demarcación alcanzan el estatus de abuelas a los 36 años de edad, teniendo fuerza física y en algunos casos el entusiasmo para cuidar de sus hijos y nietos de la misma edad. Hay registros de que madre e hija han parido a escasos días de diferencia.
Sarah París es una de ellas. Sí, ése es su nombre. Como muchas de ellas que han sido registradas con nombres por demás ingeniosos y propios de las clases menos favorecidas de la Ciudad de México, las que también suelen bautizar y registrar a sus hijos con los nombres de los protagonistas de la telenovela que se transmite en turno por televisión.
Sobresale que en este sector de Coyoacán, habitado por personas de diferentes estratos sociales, predominantemente marginadas, asporacionales a clase media y ocasionalmente de ese nivel socioeconómico, abandonan los estudios, en la mayoría de los casos a nivel secundaria, para convertirse en madre; como ocurrió con sus abuelas, madres, primas, tías, hermanas, vecinas y amigas.
Sin percatarse, le "cumplió" a la sociedad en la que nació y se ha desenvuelto para alcanzar reconocimiento y aceptación, pertenencia de grupo. Nunca pensó si después de parir debía abandonar los estudios a nivel de secundaria, como en la mayoría de los casos, para trabajar en una de las muchas tiendas de abarrotes, en las fondas, la pollería, la verdulería, en alguna papelería o tortillería, haciendo despachos de mercancía durante una jornada de ocho horas y seis días a la semana, percibiendo un sueldo mínimo que habrá de destinar para la manutención del hijo. Porque ella, como otras chicas, afronta el hecho de ser madre soltera.
Es afortunada al contar con la atención que recibe de manera gratuita en uno de los centros de salud pertenecientes a los Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México, donde además se les suministra medicamentos y vacunas para ella y su hijo. El acceso a la salud le brindó tranquilidad desde que se supo embarazada por elección, o por haber tenido una relación sin condón con el compañero sexual del momento.
Sarah París recién cumplió los 20 años y le festejó a su hijo, Iván Alexander, su segundo año de edad. En tres meses más se convertirá por segunda vez en la madre de una niña a la que bautizará como Sylvia Natasha, de diferente padre que su hijo del que sólo sabe que radica en Veracruz.
No le angustia enfrentar de nuevo la maternidad en el corto plazo. Cuenta tener muchos brazos familiares disponibles que le ayudarán en la crianza de sus hijos, si es que su pareja actual la abandona y deba continuar trabajando y ser madre soltera. No le inmutó abandonar el bachillerato para emplearse en un changarro de antojitos mexicanos en el mercado de su colonia. Ella, a diferencia de otras chicas de su edad que se han convertido en madres a edades tempranas, cuenta con un soporte emocional y hasta económico por parte de sus abuelos maternos, estos últimos, propietarios de la casa donde viven más de 20 familiares de cuatro generaciones, y que representan a los primeros fundadores del Pedregal de Santa Úrsula al final de la década de los años sesenta.
Independientemente de los arrebatos, las pasiones y las promesas amorosas que motivaron a Sarah París a convertirse en madre, lo cierto es que ella, al igual que muchas chicas de su edad, renunciaron a cursar una carrera universitaria y a la ilusión de aspirar a una mayor calidad y nivel de vida.
Sin duda, queda mucho trabajo pendiente por realizar entre los adolescentes de la ciudad, en el que deben involucrarse los padres de familia que cuenten con una mejor preparación en la materia, los profesores, las secretarías de Salud y de Educación; porque está demostrado que entre más alto es el nivel de estudios cursados, las chicas postergan la maternidad, y ellas y los varones suelen ser más responsables de su bienestar y de su salud sexualidad y reproductiva.
Gerardo Guiza Lemus es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, consejero sexual y autor de los libros: Masculinidades, las facetas del hombre (traducido también al alemán), En el pecado está la penitencia, La historia no convenida, Artilugios, Quizás no entendí, Tus estelas en mi espacio, y Como la flor del amaranto.