El mundo necesita más mujeres como ella
Se trata de Gerty Theresa Radnitz, nacida en 1896 en una familia judía de gran vocación científica y cultural. Su padre era un reconocido químico e inventor y su madre una mujer muy culta, que contaba con personajes como Franz Kafka en su círculo de amigos.
Esta apertura llevó a que no se opusieran en ningún momento a la formación científica de su hija, que ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad Carl Ferdinand de Praga, en 1914.
Fue ahí donde se enamoró de Carl Cori, quien se convirtió en su marido en 1920, el mismo año en que ella obtuvo su doctorado. Desde entonces, él no tuvo problemas para encontrar puestos de trabajo importantes.
Pero Gerty tenía que conformarse con posiciones menores, debido a su condición de mujer. Sin embargo, gracias a su profesionalidad, inteligencia y el apoyo de su marido, consiguió el reconocimiento que merecía por el mayor logro científico de toda su vida.
Sus aportaciones comenzaron a partir de que emigró a Viena para trabajar en el Children’s Carolinen Hospital. Allí Carl ocupó un puesto en el laboratorio y Gertry trabajó en la unidad de Pediatría.
Más tarde publicó varios artículos sobre trastornos de la sangre. Poco antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, dejó el continente europeo, mudándose esta vez a Estados Unidos, donde comenzó nuevos estudios sobre el metabolismo de los carbohidratos.
Fue en colaboración con el argentino Bernado Houssay, que pudo descubrir el mecanismo por el que el glucógeno se convierte en ácido láctico en el tejido muscular, resintetizándose después en el cuerpo y almacenándose como fuente de energía.
Este último fue el que le dio lugar al Premio Nobel de Medicina en 1947, convirtiendo a Gertry en la tercera mujer en recibir un Nobel de ciencias y en la primera en obtener el de Medicina. La doctora Cori no dejó sus investigaciones, que siguieron hasta pocos meses antes de su muerte, en 1957.
La científica se convirtió en un personaje famoso de la época simplemente por ser “mujer de”, pero ella sabía que merecía más y no dejó de luchar hasta conseguirlo. Sin duda, el mundo necesita más mujeres como Gertry Cori.