En el transporte colectivo y la vía pública.
Es bien sabido que muchas mujeres lamentan y denuncian el acoso sexual del que sufren en el transporte público de la ciudad de México, debido a las conductas machistas de algunos hombres, que al igual que ellas, cotidianamente usan el metro, metrobús, trolebuses y microbuses en la megalópolis.
Personalmente, desapruebo ese tipo de delitos que sufren las mujeres que se desplazan en el transporte para realizar cualquier actividad. Imagino que si a alguna de las mujeres de mi familia le ocurriera algo semejante, las estimularía a acercarse a las autoridades para denunciar la agresión que no siempre es abierta, sino sutil, debido al saturamiento del transporta público de la capital.
Buscando amortiguar los tocamientos y acercamientos indebidos e indeseados, en un transporte que cada vez resulta menos eficiente por la cantidad de millones de personas que hacen uso del mismo todos los días, se han destinado vagones y espacios propios para ellas. Asimismo, se divulga por todos los medios de comunicación existentes la normatividad que existe en la Ciudad de México, a fin de estimular a las mujeres para que denuncien el acoso del que algunas de ellas sufren.
Personalmente, hago hincapié que para evitar esas conductas reprobables, es menester inculcar una buena y suficiente educación, libre de prejuicios, basada en el respeto, desde etapas tempranas tanto en el hogar y en la escuela siendo niños. Sin embargo, en mi experiencia como educador en salud sexual frente varios miles de adolescentes y jóvenes que cursan la secundaria y la preparatoria, incluso la universidad a lo largo y ancho de la ciudad de México, he sido testigo de la escasa educación que han reciben los estudiantes sobre el tema, sin importar su nivel socioeconómico y cultural.
No hay que subestimar que el machismo persiste enquistado durante siglos en la memoria genética de muchos hombres, sin importar su nacionalidad o nivel educativo. Un buen número de ellos sigue creyendo que el mundo es de y para los hombres y cuando se percatan de que existe una normatividad que los obliga a contenerse de realizar actos de violencia hacia las mujeres, acatan la disposición por temor a ser acreedores de una sanción, mas no porque dispongan de una elevada conciencia de que los anime y estimule a tomar decisiones razonables y acertadas respecto al tema.
Todavía en muchas sociedades contemporáneas, particularmente en México, se inculca y aprende que ser hombre significa aprovechar todas las oportunidades que se presenten para vivenciar un contacto sexual, ya sea un tocamiento o un acercamiento para aliviar la psique y la libido constantemente estimulada por las conductas de riesgo socialmente aceptadas. “Un hombre no se raja”, “un hombre no debe demostrar miedo”, sin tomar en cuenta que lejos de que quien comete el delito se sienta motivado a no repetirlo, lo estimula a incurrir en él cuantas veces disponga de mujeres a su alcance, ya sea en el transporte público, en el trabajo, la escuela o la vía pública.
En la psique de muchos de estos hombres, significa: “Yo soy muy macho frente a las viejas”, “Las mujeres están a la disposición de los hombres” “Sí no quieren ser molestadas, que se vistan decentemente y no anden enseñando”, “quien les manda provocarnos”.
Vamos, yo iría más allá de los molestos acercamientos. También están las miradas lascivas, los aparentes piropos cargados de un fuerte contenido sexual y ofensivo, lanzados en la vía pública para reafirmar la masculinidad frente a sí mismos y ante todo hombre que haya sido testigo presencial de los mismos.
Mientras no se difunda una educación basada en el respeto desde la infancia, las mujeres están llamadas a denunciar todos aquellos actos reprobables de los que son víctimas, pero también deben adquirir la conciencia de no fomentar el machismo en el hogar, especialmente entre los hijos varones y la pareja, a fin de aspirar a un cambio genuino que se traduzca en un bienestar social para todos.
Gerardo Guiza Lemus es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, es consejero sexual y autor de los libros: Masculinidades, las facetas del hombre (traducido también al alemán), En el pecado está la penitencia, La historia no convenida, Artilugios, Quizás no entendí, Tus estelas en mi espacio, y Como la flor del amaranto.