sábado 23 noviembre, 2024
Mujer es Más –
IVONNE MELGAR

«ELLAS EN EL RETROVISOR»: Efecto Hillary mexicano

Apertura mundial a la presencia femenina.

La expectativa de que Hillary Clinton se convierta en la primera presidenta de Estados Unidos ha crecido más allá del tema de género. Ahora importa saber si la candidata demócrata será capaz de frenar a Donald Trump y su apuesta xenófoba y racista.

De manera que para los mexicanos, la elección del futuro habitante de la Casa Blanca resulta relevante por la amenaza que el republicano representa y por las implicaciones que la llegada de una mujer tendría para la cultura política planetaria.

Al margen de las consideraciones que se tengan sobre Hillary Clinton y el rol que desempeñó en el Departamento de Estado, su triunfo el próximo 4 de noviembre sería un icono de la equidad entre los géneros.

Pero también, hay que decirlo, de ganar las elecciones presidenciales, la esposa del exmandatario estadounidense habría remontado los tropiezos y obstáculos en esta larga espera para concretar sus aspiraciones.

Y es que hace ocho años Hillary fue desplazada por el fenómeno de entusiasmo que generó Barack Obama entre los demócratas. Aquella situación dio pauta al señalamiento de que había sido más fácil para un hombre de color que para una mujer hacerse del Salón Oval.

Lo cierto es que esta vez, de nueva cuenta, los riesgos de la derrota persiguen a la ex primera dama estadounidense, una feminista consumada y quien desde ese rol lanzó diversas campañas a favor de la equidad.

De manera que las defensoras de la agenda de la igualdad se comen las uñas en la antesala de los comicios estadounidenses. Y las mexicanas no son ajenas a ese nerviosismo que se extiende a una clase política caracterizada por el protagonismo masculino.

Así que la esperanza en el efecto Hillary igual se deja sentir entre priistas, panistas, perredistas, secretarías de Estado, feministas y grillas independientes.

La hipótesis –o deseo si se quiere– es que cuando desde la Casa Blanca el poder sea conducido por una mujer tan reconocida –a la que no se le regatea inteligencia ni templanza–, se producirá en el mundo una apertura a la presencia femenina en los cargos de dirección y de gobierno.

Es una idea aplicable a todas las mujeres de países que, como México, tienen cercanía y alto consumo de los bienes culturales estadounidenses.

Así que, en el caso del PRI, el efecto Hillary por supuesto que le daría mayor visibilidad a la titular de la SEDATU, Rosario Robles, y a la canciller Claudia Ruiz Massieu, ambas incluidas en la más reciente encuesta de presidenciales esta semana en El Financiero, ocupando los lugares 4 y 5, por arriba incluso de los secretarios de Hacienda, Luis Videgaray; Educación Pública, Aurelio Nuño, y Desarrollo Social, José Antonio Meade.

Pero donde más le ponen veladoras a la candidata demócrata es en el grupo de Margarita Zavala, aspirante del PAN que ha venido punteando en los sondeos de intención de voto.

Es que la panista se beneficiaría del efecto Hillary por doble partida: por la condición del género y la de ex primera dama. Porque si la estadounidense llega, la esposa de Felipe Calderón podría alegar que, como sucedió en Estados Unidos, la coyugalidad de un aspirante no puede estar por encima de sus méritos personales.

Pero faltan cuatro largos meses con dos semanas para despejar la incógnita.

Mientras tanto, aquí las mujeres toman el mando cuando los señores renuncian. Nos referimos al hecho de que tanto en el PRI como en el PRD son las secretarias generales de esos partidos, Carolina Monroy y Beatriz Mojica, quienes se quedarán al frente ante la retirada de Manlio Fabio Beltrones y Agustín Basave.

Pero también son ellas las que toman la iniciativa en el tema de la corrupción. Hablamos, claro que sí, de la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, quien este lunes pidió a la PGR que avancen en la investigación de los presuntos actos de peculado que se cometieron en la gestión de su antecesor.

El hecho es muy significativo. Porque esta solicitud de “la pequeña Lulú de la Conago” se da cuando sus compañeros del Club de Toby, los varones priistas, guardan cómodo silencio frente al voto de castigo que recibieron el 5 de junio.

 

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