Los electores mostraron su descontento.
Mucha razón tenía el Presidente Enrique Peña Nieto cuando aseguró que “había mal humor social” entre los mexicanos. Y ¡sí! Así se reflejó el domingo 5 de junio. Los ciudadanos que fueron a las urnas, depositaron un voto de hartazgo, de castigo, de “ya basta”. Y ahora sí se la cobraron al partido en el poder, al gran perdedor de los comicios.
A Manlio Fabio Beltrones, dirigente del PRI, no le salieron las cuentas. De su 9 de 12, sólo quedó en 5 gubernaturas. Recuperó Oaxaca y Sinaloa; mantuvo Hidalgo, Tlaxcala y Zacatecas, pero perdió en estados donde había gobernado durante 86 años.
A todos sorprendió el resultado de las “históricas” elecciones. Los propios panistas no se lo esperaban. Nunca habían ganado más de tres gubernaturas en una misma elección y ahora ganaron siete de las 12 en disputa. Gobernará 11 estados.
Con candidatos propios, los panistas ganaron Aguascalientes, Chihuahua, Tamaulipas y Durango; en alianza con el PRD, Quintana Roo y Veracruz; Puebla lo mantuvieron. De tercer lugar en las pasadas elecciones presidenciales, con este triunfo se coloca como la segunda fuerza del país.
La derrota la comparten en el PRI, hay muchos responsables. Desde las acciones del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, la elección de los candidatos, hasta los enconos internos del partido.
Morena buscaba ser la tercera fuerza del país, por encima del PRD, pero sus candidatos no alcanzaron el triunfo. En Veracruz quedó en tercer lugar y en Zacatecas en segundo. En la Ciudad de México se reafirmaron como la primera fuerza al quedarse con 22 lugares en la Asamblea Constituyente. Únicamente le ganó la indiferencia de los electores, sólo votó el 28%.
De no haber sido por sus alianzas con el PAN, el PRD estaría viendo desde la barrera cómo su acérrimo rival, Morena, lo habría desplazado, como ya ocurrió en la capital del país. Su segundo lugar en Tlaxcala fue lo más destacado.
Esta vez los candidatos que ganaron en las encuestas, perdieron en el PREP. Las encuestadoras, una vez más, fallaron. Como nunca, el domingo 5 de junio. Hubo quienes no se arriesgaron, pero otras con tal de ser las primeras en dar resultados, dejaron su credibilidad en el suelo. Apenas habían cerrado las casillas y ya adelantaban triunfos, casi todos para el PRI, incluso se aventuraron a señalar votaciones cerradas que al final terminaron con una diferencia de más de 8 puntos.
Eso provocó confusión. Irresponsablemente, por lo menos una veintena de candidatos y candidatas, a excepción de la priista Blanca Alcalá en Puebla (quien reconoció su derrota), salieron a proclamarse ganadores por los números confusos de las empresas encuestadoras, que presentaron conteos al gusto de los clientes y del lento Programa de Resultados Electorales Preliminares, el PREP. Incluso Manlio Fabio Beltrones se atrevió a decir que el PRI llevaba la delantera en 10 de los 12 estados donde se renovaría gobernador.
Dicen que “las elecciones dejan lecciones”. El PRI ya aceptó que ese “mal humor”, perdón, que ese mensaje que enviaron los electores, deberá ser analizado, porque habrá que hacer cambios en la forma de gobernar.
¿Será que las aspiraciones de Manlio para el 2018 quedarán sólo en deseos? ¿Alguien tendrá que preparar sus maletas? Ricardo Anaya, de luna de miel con la fortuna, ¿allanó el camino para el 18? Un segundo lugar en Zacatecas y un tercer lugar en Veracruz, ¿le alcanzarán a López Obrador para llevar a Morena más allá de la Ciudad de México? El PRD y sus tribus, ¿tendrán algo que celebrar? ¿Llegarán al 2018 todavía más debilitados? Al tiempo.
