Lúcido como se debe a los 82, Gabriel Zaid aborda la palabra como sustantivo, deseo y acicate social en “Cronología del Progreso”.
Que persiguen más derechos, más bienestar, más conocimiento, más objetos. Sociedad engañada que ha puesto sobre sus individuos la más alta vara de la felicidad posible: la ausencia de necesidad.
Es una de las teorías que esboza psicopolítica: nuestra mente sujeta a un real y preciso Gran Hermano, fuera de teorías, shows, productores y frases hechas: una superestructura en la que nuestra voluntad de ser felices –de progresar-–, es la gasolina que alimenta el gran aparato de consumo del mundo.
Progreso.
Lúcido como se debe a los 82, Gabriel Zaid aborda la palabra como sustantivo, deseo y acicate social en Cronología del Progreso (Debate, 2016), un espectacular ensayo sobre la necesidad humana y la creación de necesidades humanas, a partir de que quedamos parados solos en el planeta. Después de que, citándolo, concluyera “la Creación como una serie: primero la nada, luego la luz, después los cielos, la tierra. Las especies vegetales y animales, el hombre y la mujer. Pero una vez que la creación culmina en la vida humana, el progreso concluye y Dios se complace en su obra”.
Nosotros: obras en las que Dios se complace, cientos de miles de años después: inventores de máquinas, de pensamiento estructurado, de ideologías y formas de esclavitud, de territorios, divisiones y guerras.
Nosotros: creadores de mapas y creadores del poder que es intermediario de Dios en búsqueda de la palabra.
Progreso.
Gabriel Zaid, autor –entre otros– de Empresarios oprimidos, Dinero para la cultura y El Secreto de la Fama, brinca a nuestros ojos otra vez con 200 páginas de domesticación, estratósferas, democracias nulas, genocidios y escáneres que de verdad harán preguntarnos si nosotros: Individuos de prisa al nacer y al morir… sujetos a una cuenta y al vacío, anhelantes del abrazo digital: en serio, hemos progresado.